viernes, 31 de octubre de 2025

Silent Hill TG - Final

Pues bueno, la ultima parte de esta historia, espero haya sido de su gusto... Y una vez más, los invito a dejar comentarios, no importan si son negativos o positivos, incluso si hay fans de la saga que quieran quejarse diciendo "No M, esto no es un silent hill porque bla bla bla" son bienvenidos.

También, me he animado a "hacer" (entre comillas porque el traductor hizo todo, yo solo copié y pegué revisando que todo estuviera legible) una versión en inglés por si hay lectores de lengua extranjera en el blog, está en pixiv

Sin más que decir, dejo el cierre de esta historia.

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— ¡Ah! —Manuel despertó— ¿Dónde estoy?

Confundido, miró la habitación, era la habitación donde su madre se estaba hospedando, luego miró hacía abajo, se alegró al ver los senos en su pecho desnudo. Luego miró su brazo izquierdo, se tranquilizó al ver que estaba intacto y se movía a su voluntad sin problema alguno. Se llevó la mano izquierda a la entrepierna, alegrándose todavía más al sentir la zona plana y la hendidura carnosa cubiertas por las bragas que encontró en la tienda de ropa. Se levantó de la cama y se abrazó a sí mismo al ver su figura femenina reflejada en un espejo al lado de la puerta que lleva al patio, notó que estaba descalzo al sentir los pies tocando el piso alfombrado.

Buscó sus cosas, no fue difícil; la cartera, las llaves y su teléfono estaban en la mesita de noche mientras que la mochila, la radio, la linterna, el arma y su ropa estaban en el sillón.

Tomó su teléfono, estaba cargado, miró la fecha 

— Sin señal… diablos… espera… 

Vio la fecha en su celular, la cual no coincidía con lo que había dicho Lina sobre su tiempo en el hospital. En realidad solo habían pasado unos días desde el incidente nocturno en la carretera, cosa que hacía que todo lo que empezaba a creer como real volviera a derrumbarse.

“Debo abandonar este lugar cuánto antes”

El pensamiento tomó fuerza en su mente, el que las fechas no coincidieran plantó tal semilla.

Pero volvió a reflexionar mirando su cuerpo femenino, si se largaba del pueblo, ¿volvería a ser hombre? Una pregunta que lo inquietaba, ya había probado los placeres del cuerpo femenino y no estaba dispuesto a renunciar a ellos.

— ¡Aaaahhh, maldición!

Manuel no sabía que hacer, por una parte sabía que algo estaba mal con este lugar, por la otra quería mantenerse como mujer.

Pensó que quizás podría encontrar información sobre el lugar para poder quedarse como mujer incluso fuera del pueblo, pero no sabía a dónde ir.

— Ah… tranquilízate… ordena tus ideas…

Con la mente en frío, volvió a pensar las cosas, contó las balas que le quedaban; solo tenía 25 balas más, recargando un cargador y poco de otro. Lo tomó como si le estuvieran diciendo que ya era suficiente.

“Esto no va a ser suficiente si quiero ir más profundo de este asunto, será mejor usarlo para salir de aquí…”, pensó mientras veía el arma.

Finalmente lo decidió, se llegaría del pueblo incluso si eso significa volver a ser hombre. Se puso la ropa que estaba doblada en el sillón, encontrando un brasier junto a esta, notando que la manga de la mano que le habían cortado también estaba rota. Se puso el sujetador, era de un estilo cuyo elástico pasaba por debajo de los pechos y el área segura dejaba al descubierto parte de las areolas, y después de engancharlo se dio cuenta de que su firmeza era mejor que la de los anteriores, dio unos saltos viendo como sus pechos se movían en una intensidad bastante menor comparada con los anteriores. Luego se puso la camisa blanca y el traje, acomodándolo para dejar su escote descubierto, siguió con el pantalón junto con los zapatos, finalmente se colocó la radio, la pistola con su funda y la mochila.

Estaba por salir, pero vio otra nota en la puerta.

“Vania, mi querida nieta… los doctores me han dicho que mis días están contados… el cáncer ha avanzado demasiado como para poder hacer algo… lo siento mi niña, no podré ver como te vuelves una dama de la sociedad, pero aunque sea puedo pasar mis últimos días contigo, por favor ven a verme al hospital Brookhaven cuanto antes, no sé cuanto más pueda resistir mi cuerpo -tu querida abuelita”

— ¡¡Ya basta!! ¡Mierda! ¡¡Ya!! ¡¡¡Esto no es gracioso!!! ¡¡¡Sal de una maldita vez!!!

Enojado, Manuel gritó al aire mientras golpeaba la puerta con sus puños, el que usaran a su ser más querido para guiarlo le enojaba todavía más, lo peor es que la forma de la letra era la misma que la de su abuela.

Manuel suspiró, estaba harto de todo, primero su padre, luego su madre y ahora su abuela. Sabía perfectamente que lo más probable es que las cosas terminaran igual que los dos primeros casos… con la decepción al saber de su fetiche. Y a pesar de lo lejos que había llegado, no tenía el valor para confrontar a su abuela; ante sus ojos siempre fue el favorito y para Manuel siempre fue como una madre, una madre más grande que su propia madre. Quedaría devastado al verla decepcionada de él.

— Será mejor que me vaya… no importa si vuelvo a ser hombre… no puedo más con esto… Lo siento, abuelita…

Las lágrimas empezaron a caer de los ojos morados de la albina, la habitación se llenó de llanto.

Lloró por varios minutos hasta desahogarse, pasaron varios minutos hasta que el llanto se detuvo, se limpió las lágrimas de los ojos y salió por la puerta… 

“Debo encontrar a Roy”, pensó pues él era el único que podría sacarlo del pueblo.

Sin embargo, mientras caminaba miró la manga rota.

— Todavía no puedo creer que me cortaran el brazo con un simple cu…

Manuel recordó la nota del cuarto de mantenimiento, con la esperanza de encontrar algo caminó hasta la cocina, entrando por el comedor. Esta vez le fue mucho más sencillo al caminar con zapatos.

El comedor estaba solo y empolvado, platos tirados en el piso o rumbados en las mesas, y la puerta a la cocina estaba abierta.

Y entre sartenes y ollas, ahí estaba; una Mossberg 500 en su característico color negro y junto a ella dos cajas de munición de escopeta con 16 cartuchos cada una.

— Es un poco pesada… 

Se quejó de su fuerza al levantar la escopeta. Pero mientras la veía.

“¡¡¡Nadie toca a mi Betsy!!!”

Un gritó de enojo se escuchó en la cocina y de repente las ollas y sartenes empezaron a tirarse, Manuel salió a toda prisa por donde vino, salió de la cocina pero la manifestación seguía, los platos en la mesa también estaba siendo tirados. Manuel siguió corriendo y no se detuvo hasta llegar a la recepción, iba con tanta prisa que abrió la puerta sin ver adentró.

*Sonido de golpe*

“¡Auch!”

Un quejido hecho por dos voces distintas; la voz femenina de Manuel…

Y la voz masculina de Roy.

Manuel había chocado contra Roy y caído sobre este.

— ¿Estás bien? —preguntó Roy.

— ¡Roy! ¡No hay tiempo, solo corre!

Ambos se levantaron, y al ver a Manuel escapando a toda prisa, Roy fue tras él, deteniéndose fuera del motel al ver que las cosas se calmaron.

— ¡¿Qué está pasando?!

— Algo me perseguía… ¿Cómo llegaste aquí?

— La nota de Jane en el camión… por cierto… ¿Dónde está ella? —preguntó Roy al no ver a Jane en el lugar.

— Eso… Ella… murió… —Manuel miró hacía abajo— En el motel… las cosas se pusieron raras…

— … Ya veo… 

— ¿Ya veo? ¿Eso es todo lo que vas a decir?

— Oye… llevó haciendo esto durante años… no es la primera vez que alguien muere…

— … Lo siento… 

— Como sea… ¿ya quieres salir del pueblo…? 

“Sí, quiero irme de aquí”

Era todo lo que tenía que decir, sin embargo, algo no lo dejaba, ese deseo de volver a ver a su abuela… incluso si sabía el resultado.

— Yo… todavía no… necesito ir al hospital Brookhaven…

— Eso queda hasta el otro lado del pueblo, ¿lo sabías?

— No… pero ahora lo sé…

— Bien… veo que conseguiste un buen para de armas, ¿cómo andas de munición?

— Uhh… casi sin nada…

— Sigueme, te daré más balas…

— Espera… ¿por que tienes balas si no usas armas?

— Por qué yo deje de luchar contra mis monstruos hace tiempo

— ¿Ah? ¿Tus monstruos? —Manuel estaba confundido.

— Sí… Se qué sonara absurdo pero este lugar está cubierto por un poder maligno, caminemos y te lo cuento en el camino, ¿vale?

— Bien…

Ambos empezaron a caminar, y Roy empezó a hablar.

— Este poder maligno atrae a la gente, los analiza y mira sus recuerdos para crear su propio infierno personal…

“Realmente es absurdo”

Manuel quería soltar ese comentario, pero con todo lo anterior era como darse un tiro en el pie. Vio los monstruos, las figuras de sus padres, el brazo regenerado, todo empezaba a tener un poco más de sentido para él.

Lo había comprendido, lo había confirmado.

La visita a su abuela no sería del todo agradable.

— Y esa poder… ¿puede ser deshecho?

— … Lamentablemente no… incluso si dejas el pueblo, este deja secuelas en ti…

Manuel sonrió internamente, tomaba esa confirmación como una posibilidad de salir del pueblo siendo Vania

La platica sobre este “poder maligno” terminó, ambos siguieron caminando hasta llegar a una pequeña tienda de libros, ahí Roy le dio más munición a Manuel, así como botellas de agua y trozos de carne seca.

Después Roy sacó un mapa.

— Nosotros estamos aquí —Roy señaló la tienda— y tú quieres llegar al hospital… Es un camino bastante largo, ¿sabes? Nos tomará horas llegar a pie, incluso si atravesamos el lago en bote, por no decir que están los monstruos de tu infierno…

— En realidad… los monstruos de mi “infierno”... no son tan frecuentes…

— Es raro, normalmente abundan por el pueblo… así ha sido con todos… Como sea, para tu suerte cuento con una bicicleta, podremos llegar en menos tiempo.

— Genial… Por cierto… ¿conoces a alguien llamada Lina?

— ¡¿Lina?! ¡¿Te encontraste con ella?! —preguntó Roy sobresaltado. 

— Sí, ¿por qué?

— Escúchame bien, Vania. No confíes en Lina, ella no es tu aliada, ¿de acuerdo?

Manuel no podía creer lo que estaba escuchando, la persona que lo salvó en la escuela primaria no era un aliado.

— ¿P-puedo saber la razón?

— Escucha, así como yo me encargo de hacer que las personas puedan escapar, Lina hace que las personas se queden… 

— Entiendo… —Manuel no quisó indagar más en el asunto.

— Bien, te llevaré hasta ahí, pero debes de saber, si nos encontramos con alguien más que quiera escapar, mi prioridad será esa persona, ¿entendido?

Manuel asintió.

Después de eso salieron de la tienda, Roy sacó la bicicleta y se subió a esta, le hizo una señal a Manuel para que se montara en su espalda, pudo sentir sus grandes senos precionandose contra la espalda de Roy. 

Después de eso salieron rumbo al hospital.

… 

Y medía hora después…

— Bien, hasta aquí llego yo… toma —Roy le dio otro mapa con una ubicación señada— te estaré esperando aquí, vuelve con vida…

— … Gracias… trataré…

Ambos se despidieron, Manuel entró al hospital mientras Roy se alejaba en la bicicleta.

[

— ¿Hola…? ¿Hay alguien…?

Otro lugar desolado, paredes gastadas, piso polvoriento y con papeles tirados.

En un costado vio un mural con un mapa de las instalaciones así como copias de este, tomó uno de estos.

Sin embargo, no sabía en qué habitación estaba —o debería estar— su abuela.

Entonces recordó algo, los hospitales tienen un registro de los pacientes. Pero también pensó que era imposible que ella estuviera aquí, era lo que decidiría si seguía con este absurdo juego o se largaba de una vez por todas.

Caminó hasta la recepción, el registró no fue difícil de encontrar ya que estaba a simple vista en el escritorio. 

— Tiene que ser una maldita broma…

Entre la corta lista de pacientes, estaba el nombre de su abuela, así como una fecha de hace días, días antes de que llegara, había sido internada en la habitación D2

Una vez más las fechas no coincidían, enojado, lanzó el registro al piso.

Y entonces lo escuchó.

“Vania, has venido”

Una voz ronca femenina susurró en los oídos de Manuel haciendo que su piel se erizara. Sabía perfectamente a quién pertenecía esa voz; era ni más ni menos que la voz de su abuela, quien había fallecido hace poco más de tres años.

— … Esto… es real… la escuche… ¡Abuelita!

Manuel corrió en la dirección que pensó haber escuchado la voz de su abuela, pero.

— ¡Ábrete, mierda!

La puerta estaba cerrada, y encima de esta decía “Solo personal autorizado”

Luego miró el mapa, encontrando que la habitación D2 estaba en el tercer piso y que las únicas escaleras que conectaban con dicho piso eran las que estaban al otro lado de la puerta que quería cruzar. Volvió a mirar el mapa buscando otra alternativa, viendo que la derecha de donde llegó había unas escaleras así como otra puerta para llegar al otro lado de la puerta cerrada.

Pero.

“Solo personal autorizado”

También estaba escrito encima de esta, subió las escaleras con cuidado de no caerse, pero.

“Solo personal autorizado”

Las dos puertas que conectaban a las demás salas también estaban cerradas.

— ¡¿Es qué todo está cerrado?!

Manuel se quejó, luego pensó que tal vez podría encontrar alguna llave en la recepción.

Volvió a bajar con precaución.

Llegó hasta la recepción nuevamente, esta vez entrando en la oficina. Libros, mesas, repisas, escritorios y sillas desgastados y empolvados recibieron a la albina.

Y en su búsqueda por una llave terminó encontrando una nota. 

“Salí a comer, si la nueva enfermera llega entonces díganle que su uniforme y su juego de llaves están en los casilleros, que se lo ponga ya que es necesario y obligatorio para poder moverse por los pasillos sin confundirla con un civil durante los primeros días en lo que se familiariza con el hospital y que siempre abra y cierre cada puerta que pasa, recuerden aquella vez que Ana no usó su uniforme al llegar y la terminaron sacando por la fuerza al confundirla con una civil así como la vez que se metió un niño buscando a su madre”

Una vez más Manuel miró el mapa, los casilleros estaban al lado de la primera puerta que encontró bloqueada.

Caminó hasta los casilleros, la puerta no tenía seguro. Era una sala sin luz así que encendió la linterna y empezó a buscar. Le parecía absurdo encontrar unas llaves en un hospital que lleva abandonado tanto tiempo, pero decidió que no perdía nada con intentarlo.

Y sin embargo.

“Vania”

Su nombre estaba escrito en uno de los casilleros.

“Tiene que ser una puta broma”

La frase que ya había usado tanto empezaba a perder el sentido para él.

Se acercó al casillero y lo abrió sin problemas.

Ahí estaba, un uniforme intacto que parecía más un hábito de monja que el de una enfermera, no pudo evitar sentir repulsión al verlo debido a su choque con la religión. 

Sin embargo.

“Uhmm… ¿Cómo me vería como monja con este cuerpo?”

No pudo evitar sentir curiosidad por la prenda, miró a su alrededor, puso atención al silencio en el lugar, y confirmando que estuviera solo, se desvistió y se puso el “uniforme”.


Le quedaba perfecto.

También tomó las llaves, acto seguido se puso nuevamente su equipo, guardando sus ropas en la mochila.

Pero.

— ¡¿Ah?! —Manuel sintió algo entrando y vibrando en su vagina.

Se llevó las manos a esta.

— ¡Ah! ¡¿Qué es?! ¡Ngh!

Sus manos sintieron algo sobresaliendo de la entrepierna, un objeto duro y de forma cilíndrica.

— ¡¿C-cómohh llegó ah ahí?!

Trataba de quitárselo pero el objeto no salía, y la postura recta que había tenido al llegar ahora era una espalda arqueado junto con unas piernas temblorosas.

— ¡El traaaje! ¡Debohhh…!

Llegó a la conclusión de que era el uniforme lo que lo estaba causando, así que decidió quitárselo rápidamente.

— ¡Ahh! ¡No salee!

Pero el traje no parecía despegarse de la piel de Manuel.

— ¡No me digas que- ahh! ¡Voy aahhh! ¡aaah! ¡a estar así! ¡Ngh! ¡Será mejor darme prisa! 

Apoyándose en las paredes y con una pose algo inclinada, los gemidos no dejaban de salir de su boca mientras que lentamente los jugos del amor se derramaba de su vagina y se deslizaban por sus piernas.

Llegó a la puerta bloqueada, la cual se abrió sin siquiera tener que usar las llaves.

*Sonidos de estática*

Entonces la radio comenzó a sonar.

Al lado izquierdo, había dos monjas con un velo en su rostro, pero a diferencia de Manuel, sus sus ropas estaban gastadas, y las manos que eran la única piel que mostraban, podían verse podridas mientras llevaban una cruz y un libro en cada mano.

Sin embargo, no atacaron a Manuel que apenas podía mantenerse de pie por el placer. Al contrario, se hicieron a un lado e hicieron una reverencia.

— Una por… otra… ngh…

Manuel lo entendió, el traje hacía pensar a los monstruos que era uno de los suyos.

Manuel pasó por la puerta lentamente mientras se apoyaba con las paredes, el sudor se empezaba a hacer presente en su rostro.

Al otro lado también había dos monjas, ambas hicieron una reverencia a Manuel y se hicieron a un lado.

— Cara… jo~ohh… Este no es… ngh… el lugar para esto…

Subió lentamente las escaleras, más lento que las veces anteriores.

Y entonces.

— ¡¿Gha?! ¡¿Mis tetas también?! 

Manuel empezó a sentir como sus senos, específicamente sus pezones, eran lamidos y mordisqueados debajo del hábito de monja. Fue más difícil para él caminar estando así.

La expresión de Manuel era completamente lasciva, su boca babeaba, su cuerpo estaba empapado en sudor, y sus piernas bañadas en sus propios jugos vaginales.

Su caminar se hizo todavía más lento.

— ¡Kgh~! 

Cayó de rodillas poco después de pasar la puerta de la sala D3. Se tiró en el suelo estremeciéndose de placer.

— B-basta~ahhh… tengo que… ahh…

Manuel lo sabía, no podía contra el placer del objeto en su vagina. Si bien no era tan intenso como un pene erecto, era constante, y cada movimiento de Manuel solo le daba más placer.

Y volvió a pasar.

“Vania, ya casi llegas”

La voz de su abuela le volvió a llamar.

— V-vamoo~os…

Manuel empezó a gatear, sintiendo el peso de sus senos estimulados al ser atraídos por la gravedad así como la mochila en su espalda.

Cada movimiento solo le daba más placer, de hecho ya se había venido varías veces y sus gemidos eran los únicos ruidos en los pasillos.

Hasta que.

— Finalmente… Ngh~ 

Manuel llegó a gatas hasta la habitación de su abuela, lenta y difícilmente se puso de pie.

Abrió la puerta, había un pequeño pasillo de lona antes de poder entrar a la habitación.

*Sonido de esterilizador*

Manuel fue rociado con una sustancia esterilizadora al pasar por la puerta.

— ¿Ah? Se detuvo…

Y lo que le estaba dando placer a su cuerpo, dejó de hacerlo; la vibración en su vagina y el estímulo en sus pezones se detuvo por completo.

Se detuvo para recuperar el aliento, notando el sonido de un medidor cardiaco con un ritmo estable.

Y la escuchó

— Vania… mi nietecita

— ¡Abue!

Era la voz de su abuela, sonaba detrás de una lona que actuaba como puerta y pared. No dudo en pasar a través de ella.

— ¡Abue! 

Ahí estaba ella, la figura de su abuela acostada en cama, con sus brazos delgados al punto de la desnutrición. Su rostro, con los ojos abiertos, tenía una mascarilla de oxígeno.

— … Vania…

— ¡Abue! ¡Abue!

Las lágrimas salieron de los ojos de Manuel, quien se acercó a su abuela y la abrazó con mucho cuidado de no lastimarla.

— ¡Abue! ¡Estás aquí! ¡Te he extrañado tanto! ¡Abue!

— Mi niña… haz crecido tanto… déjame ver tu rostro más de cerca…

La escuálida mano se acercó al rostro femenino de Manuel.

— Ah… estás fría…

— … Tú también estarías fría si estuvieras en cama todo el tiempo… Pero olvídate de eso… mejor dime que has hecho.

Manuel empezó a contar todo lo que había hecho desde su muerte; terminar su carrera universitaria, conseguir un empleo estable, mudarse de ciudad debido al trabajo, sus anécdotas en la nueva ciudad. Le contó todo lo que pudo con lágrimas en los ojos, estaba alegre de poder volverla a ver una vez más.

Sin embargo, ese dulce momento solo era algo fugaz.

*Sonidos intensos de tos*

La abuela de Manuel, se llevó la mano a la boca, manchandola con sangre.

— ¡Abue! —Manuel se preocupó.

— Tra-tranquila… es normal… solo necesito mi medicina… el doctor se encarga de darme una pastilla todos los días… pero no ha llegado… ¿podrías ir a buscarlo…? Debería estar en la sala de doctores… 

Un nudo se hizo en la garganta de Manuel, no quería despegarse de su abuela, pero tampoco quería verla sufrir. Ella lo notó, así que tomó su mano.

— Tranquila… estaré bien… solo dormiré un rato… ¿sí?

La mujer de edad avanzada cerró los ojos.

Manuel simplemente no podía dejar de llorar, pasó varios minutos así, sujetando su mano y llorando por la situación.

Y finalmente, limpiándose las lágrimas, salió de la habitación.

Volvió a mirar el mapa, la sala de doctores estaba en el primer piso, justo al lado de los casilleros.

— ¿Otra vez bajar? … Odio este lugar…

Manuel se quejó viendo lo que tuvo que pasar, y sin más que hacer volvió de regreso. Bajó las escaleras con cuidado y la radio volvió a sonar.

— … Creo que es realmente por el traje…

Las monjas, que deberían atacarlo, se quedaron en su lugar haciendo una reverencia cada que pasaba cerca de ellas.

Siguió su camino iluminado únicamente por la linterna, conteniendo sus emociones al ver a las monjas no hacer nada…

— Carajo, por qué tengo que ser así…

*Clic*

Manuel no pudo evitar tomarse una foto junto a una de estas.

Y después de caminar un poco más, llegó la sala de doctores, la puerta estaba abierta.

Los estantes empolvados, la papelería tirada y las cajas de medicina regadas estaban por todo el lugar.

— Carajo… ¿Cuál de todas es? 

Su “abuela” solo le encargó la medicina, pero no mencionó cuál era. Empezó a buscar entre los papeles alguno que le pudiera ayudar.

— ¡Aquí!

“Paciente: ******** Pelaez

Informe: la enfermedad es grave, avanza muy rápido, hasta ahora solo hemos podido dar medicina para calmar su dolor, todos los días se le da White Claudia para evitar sus quejas y dolencias… es lo único que podemos hacer…

Para el personal que administra la medicina; es la caja roja con blanco con la palabra “Claudiarina” escrita en frente”

Manuel encontró la nota, desanimado por lo que esta contenía.

“Parece que es lo único que se puede hacer”, pensó Manuel con tristeza, tomó la caja y la puso en su mochila.

Pero al salir por la puerta.

— ¡¿Agh?! ¡Otra vez noohh! ¡Ahh, no ahí!

El objeto redondeo y vibrante volvió, pero ahora en el otro agujero de Manuel, en su ano. Era una mezcla de dolor y placer que hacían estremecer el cuerpo femenino de Manuel. Los jugos volvieron a gotear de su vagina, pero los gemidos que soltaba eran más fuertes que los anteriores.

— ¡Ahh! ¡De-détente! ¡Ann!

Sus gemidos recorrían los pasillos por los que caminaba. Le fue más difícil caminar que la primera vez.

“¡Debo llegar!”

Quiso correr, pero terminó tropezando frente a una de las monjas, debería estar asustado pero el placer no se lo permitía.

— ¡Agh! ¡Ngh! ¡Aahhh!

Gimiendo, se alejó arrastrándose lentamente de la monja. Con esfuerzo se puso de pie, volvió a aplicar la misma estrategia de recargarse en las paredes, pero ahora caminando con mayor velocidad.

Sus gemidos sonaban intensamente por todo el lugar.

Hasta qué.

*Sonido de portazo*

*Sonido de aspersores de esterilización*

Entró de golpe a la habitación D2 y cayó al piso para después se bañado por el liquido esterilizador.

El placer se detuvo, pero esta vez le costó más levantarse.

“El sexo anal… es demasiado… si lo vuelvo a probar… me voy volver adicta…”, pensó Manuel mientras se recuperaba.

Pasaron unos minutos, y entonces.

— ¡Abue, ya vine con el medi…!

Era demasiado tarde.

Su abuela yacía inerte en la cama, y el revisor de frecuencia cardiaca solo emite un pitido constante sin intervalo alguno.

— ¡No! ¡No! ¡Noooooooo! ¡Abue! ¡Abuuuuue! ¡¡¡Abue!!! ¡No otra vez! ¡¡No te vayas!!

Manuel gritaba con lágrimas en los ojos mientras sostenía la mano sin vida de su abuela.

Pero entonces.

— Ma… nuel… 

Su abuela habló con una voz apagada, sin embargo, el medidor de frecuencia siguia igual con su pitido sin intervalos.

— que… n…

— ¡Abue!

— Que decepcionante…—la voz de la abuela, que sonaba apagada, empezó a elevarse— ¿Cómo pudiste terminar así?

— ¿A-abue…? ¡Agh!

Con una fuerza inhumana, la moribunda mujer mayor agarró el cuello de Manuel.

— Eres patético… ¡Cómo te haces llamar un hombre cuando te vistes así!

— ¡No es-!

Lo notó.

Manuel había vuelto a ser hombre, un hombre vistiendo el hábito de monja.

— ¡¿Por qué tenias que ser un maldito maricón!

La “abuela” lo arrojó contra la pared.

— No… abue… tú no… por favor… no me hagas esto…

— ¡Ya deja de llorar! ¡Los hombres no lloran! —la mujer se levantó de la cama, la sangre escurría de sus ojos y boca con un aspecto enojado— ¡De saber que eras una marica nunca te hubiera tenido como favorito!

— ¡Abue, basta! ¡Por favor! ¡No es lo que crees! —Manuel trataba de protegerse mientras todavía lloraba.

— ¡¿Y qué otra cosa es si mi nieto es un maldito joto?! ¡¿De qué sirve llegar tan lejos si no eres un hombre ejemplar?! ¡Yo no te crié así!

Las palabras de su abuela eran como dagas afiladas directo a su corazón, con un gran peso en ellas al provenir de la persona más importante en su vida, el dolor causado por esta no se podía comparar al día de su partida.

— ¡Abue! ¡Basta! ¡Soy yo, tu nieto!

— ¡Yo no críe a un maricon! 

Manuel se cayó de rodillas al piso, estaba completamente devastado.

— Por favor, abue, perdoname…

— ¡Si tu bisabuela te viera estaría enormemente decepcionado de ti…!

Manuel poco a poco se rompía.

Hasta que.

— ¡Basta, tú no eres mi abue! ¡Mi abue murió hace tres años y ocho meses! ¡Solo eres una ilusión de mis recuerdos! ¡De mi mayor temor! 

*Sonido de disparo*

“A veces, cuando un animal es acorralado, no le quedará de otra que mostrar sus colmillos”

Este era el caso de Manuel, que después de ser golpeado con las poderosas palabras de su abuela, juntó el valor para confrontarla aun con lágrimas en sus ojos.

— ¡Sí, me gusta el TG! ¡Me gusta imaginar que me convierto en una mujer y soy la más puta de mi barrio! ¡Me gustan las historias de cambio de cuerpo y las uso como material para paja! ¡Incluso di el salto a escribir historias y traducir mangas del fetiche! ¡Pero no soy gay, nunca lo haría con otro hombre siendo hombre! ¡Solo tengo esa maldita fantasía curiosa de experimentar ser una mujer! ¡Eso no me hace gay! ¡Mi verdadera abuela me hubiera aceptado tal y como soy siempre que le haya llevado una novia!

— ¡¿Cómo te atreves?! —la “abuela” ignoró el discurso de Manuel— ¡Yo no te enseñé a pegarle a una dama!

La mujer mayor en ropas de hospital y que había recibido un disparo a la cabeza se abalanzó contra Manuel, tomándolo del cuello nuevamente, pero…

*Sonidos de disparos*

Los disparos a quemarropa salieron del arma de Manuel, atravesando el estómago de su “abuela”, con el apunte del arma subiendo hasta apuntar al cuello. Solo entonces el agarre en el cuello de Manuel fue perdiendo fuerza.

“Decepcionante” fue su último susurro antes de caer al piso.

— Mi verdadera abuelita me habría aceptado como soy…

Y entonces Manuel cayó inconsciente al piso.

— Ugh… mi cabeza… —Manuel, no… Vania despertó— Je… veo que volví a ser mujer.

“Vania” había vuelto, despertó en una cama de hospital con únicamente su ropa interior.

— … Supongo que.. de ahora en adelante seré Vania Lopez… me preguntó cómo serán las cosas cuando vuelva… ¿tendré novio…?

Y al igual que las veces anteriores, se volvió a abrazar. Estaba feliz de volver a ser mujer, no podía evitar sentir curiosidad por su vida femenina. Pero también había una mezcla de emociones; estaba triste por lo que pasó con su abuela pero también sentía una gran paz interior, como si la vergüenza por que sus familiares supieran de su gusto por el TG hubiera desaparecido por completo.

Solo le quedaba una cosa por hacer.

Escapar del pueblo y disfrutar su vida como “Vania”.

Se levantó de la cama y miró la habitación, a un costado suyo estaba la mochila junto con sus cosas, se puso la ropa y las correas con el equipo, lista para salir.

Pero.

— ¡Mierda! 

En el momento que abrió la puerta, dos monjas la atacaron, logró esquivar por poco, cortando un poco de la manga buena que le quedaba.

— Tendré que usar eso…

Vania tomó la escopeta, se plantó firme y la sujetó con fuerza.

*Sonido de disparo*

Sintió el retroceso infernal del arma a la vez que vio como los perdigones esparcidos impactaron contra las monjas.

Pero.

*Sonidos de portazos*

Sonidos de puertas abriéndose con gran fuerza se escucharon por todo el lugar.

Vania no dudó en correr, ya sabía la ruta a seguir.

*Sonidos de disparo*

— ¡Carajo, esto duele!

El retroceso de la escopeta era demasiado para su cuerpo femenino, sabía que sería así, entonces procuró usarla lo menos posible. 

Más y más monjas comenzaron a perseguirlo, disparando la escopeta con el fin de detenerlas.

Hasta que llegó a la salida.

*Sonido de golpe fuerte*

Algo golpeó la cabeza de Vania, era una señal de alto sujetada por alguien.

— Parece que estás lista, Vania… ¿o debería decir “Manuel”?

Lina habló con una sonrisa siniestra mientras sujetaba la señal de alto.

— ¡Ah! ¡Roy!

— ¡Shh! No hagas ruido, te sacaré de aquí.

Vania despertó, siendo Roy lo primero que vio, este la estaba liberando.

— ¿Q… qué está pasando? Auch… mi cabeza…

— Lina te quiere, pasó lo que peor temía… te usará para revivir a ese dios maligno…

— ¿Qué? Eso no tiene sentido…

— No hay tiempo que explicar —Roy liberó las ataduras de Vania— hay que largarnos de aquí

Vania observó mejor el lugar, estaba lleno de ese color rojo que no podía saber si era óxido o sangre.

Empezaron a caminar a paso rápido por los pasillos rojizos, sin embargo.

*Sonido de disparo*

Una bala fue disparada por el arma que encontró Vania, ahora en manos de Lina.

— Encontraste un lindo juguete, espero no te moleste compartir.

— ¡Lina, ¿qué significa esto?! —Vania estaba confusa.

— Ahórrate las preguntas, Vania… lo que diga Lina no es algo que valga la-

*Sonido de disparo*

Una bala rozó la cara de Roy

— Deberías aprender a guardar silencio, Roy… Supongo que ahora que la victoria está en mis manos, no tiene de malo explicar un poco… Escucha bien, “Vania”, has sido bendecida por mi señor… ese cuerpo que tienes ahora está listo para recibir la semilla de mi señor y dar a luz a su recipiente perfecto para que pueda manifestarse en este plano, y no puedes negarte a ello.

— En cuanto a Roy… ¿sabes? la única razón por la que no nos hemos hecho nada es por el respeto que tenemos a la familia del otro… ¿No te dijo? Su abuelo era parte del culto

— ¿Culto?

— Y mi madre era una enfermera que cuidaba de él… Pero si tratas de interponerse en mi camino… supongo que tendré que eliminarte…

— ¡Alto!

Vania se puso en frente de Roy.

— Vaya, ¿te quieres hacer la heroína? Vamos, no es tan malo… Solo estarás encerrada 9 meses y luego podrás irte a vivir en esa patética forma tuya

— ¿Sabes qué…? No me importa morir ahora…

Vania, empezó a correr hacia Lina. Y ella, en lugar de disparar, también empezó a correr. Roy fue tras ellas.

La persecución duró un rato más, hasta qué llegaron a una habitación de dos puertas, entonces…

*Sonido de portazo*

Una puerta por la que pasó Lina se cerró de golpe, y la puerta detrás de Vania y Roy también se cerró.

— ¿En serió pensaron que podrían vencerme en mi propio territorio?

— ¡Abre esa maldita puerta!

— Vania, hazte a un lado.

Roy, que había visto como Lina noqueó a Vania en la entrada del hospital y la llevó a rastras dejando su mochila y escopeta atrás para hacerla más liviana, tomó consigo estas mientras las perseguía manteniendo sus distancias. 

Y justo ahora era el momento de usarla.

*Sonido de disparo*

Apuntó a la chapa de la puerta, se hizo añicos en instante.

— ¡Vamos! Pero antes, toma…

Roy le dio una tubería de acero a Vania.

— ¿En serio esperas que me defienda con esto?

— Es mejor que nada, además, consideralo un trueque temporal…

Atravesaron la puerta, con Vania delante para evitar que Lina disparara a Roy.

Sin embargo… 

— Lina…

La encontraron muerta con una de sus propias trampas, varias tuberías afiladas habían atravesado su pecho. Se sorprendió al escuchar el disparo de la escopeta, desconcentradola y haciéndola olvidar su propia trampa.

— Será mejor salir de aquí… Ten, esto es tuyo… —Roy le dio la pistola a Vania.

Pero…

— No… ustedes no van a salir se aquí… ¡No van a salir! ¡Van a cumplir la voluntad de mi señor!

Lina gritó con rabia mientras escupía sangre de su boca y su cuerpo se comenzaba a deformar volviendo los tubos una especie de patas de araña sangrientas mientras su piel y cabello se despegaba de su cuerpo, al final solo quedaba la carne roja expuesta, era grotesco.

— ¡Vengan aquí! ¡No huyan! —incluso su voz sonaba como la de un monstruo.

— ¡Corre!

Roy y Vania comenzaron a correr mientras la furia de Lina los perseguía golpeando las paredes.

— ¡No escaparan! ¡Sus vidas me pertenecen!

— ¡No dejes de correr! ¡Ya casi llegamos!

Siguieron corriendo, por primera vez Vania se molestaba de ser mujer al sentir el rebote brusco de sus senos, pero el ser atrapada le causaba mayor angustia como para ignorarlo.

— ¡Ahí está la salida! 

Corrieron a toda prisa mientras eran perseguidos, entonces, al salir…

— ¡Akgh!

El cuerpo de Lina fue disparado como una bola de carne ensangrentada y se estrelló contra el piso.

— ¿Por… qué…? Mis… planes… no… —Lina alzaba su mano hacía Vania como si quisiera atraparla poco antes de perecer.

— ¡¿Qué fue eso?!

— Ah… digamos que Lina no es la única que conoce de ritos… 

— Entiendo…

— ¿No vas a preguntar cómo es posible?

— No, ya lo he vivido en carne propia… prefiero mantenerme en la ignorancia a volverme loca por saber…

— Es una buena filosofía… Supongo que ya es hora de que te vayas…

Y entonces…

*Sonido de tono de llamada*

Era el teléfono de Vania, era una llamada que aparecía como “Mecánico”, así que contestó.

“Señorita Vania, su auto está listo, pase por él cuando pueda a la gasolinera Octantis para recogerlo”

Fue lo único que sonó antes de que finalizara la llamada.

— ¿Dónde queda la gasolinera Octantis? 

— ¿Sigues en tu búsqueda?

— No, es dónde está mi auto.

— Vale, no está muy lejos de aquí, deja te guio.

Ambos caminaron hasta el lugar señalado, no era muy lejos.

Ahí estaba el auto de Vania, el Audi A3 2020 en el que había llegado, completamente como nuevo.

— Oye, gracias por la ayuda…

— No es nada

— ¿No quieres venir conmigo? 

— No, es mi deber ayudar a quienes llegan a este lugar, es mi forma de pagar por el pecado de mi familia…

— Ya veo… entonces… ¿aceptarías otro tipo de pago…?

— ¿Qué tipo de pago?

— Este…

*sonido de besos*

Vania no desaprovecho la oportunidad de satisfacer su curiosidad, envolvió el cuello de Roy en sus manos y lo besó invadiendo su cavidad bucal con su lengua, intercambiando fluidos salivales con sus lenguas. Roy respondió al beso y poco después separaron sus labios formando un puente de saliva.

— Jeje, ese solo es el pago inicial.

— ¿Y cuál es el pago final? —preguntó Roy mientra tomaba a Vania de las nalgas.

— Jeje, ¿por qué no me llevas a un lugar más privado y te muestro?

— Conozco un motel cerca de aquí

Vania no perdió la oportunidad para tener un tiempo apasionado con Roy, y este tampoco se negó.

Se subieron al auto, el motor encendió sin problemas, luego Vania ajustó la distancia del asiento y el volante. Se abrochó el cinturón sintiéndose un poco incómoda por la presión en sus senos. Fueron a un motel cercano y usaron una habitación para hacerlo por varias horas hasta caer rendidos y quedarse dormidos.

… 

— Jeje, todavía sigo siendo una mujer…

Vania despertó desnuda y envuelta en las sábanas, con su vagina inseminada y su piel sudada, feliz de ser mujer. Abrazó su cuerpo femenino nuevamente, pero…

— ¿Roy?

Roy ya no estaba, su mochila tampoco. Pero la pistola, su cartera, su teléfono, la radio y la linterna, así como un mapa sí estaban, todo encima de una mesa de noche. Y junto a estos había una nota.

“Hola, Vania. Supongo ya despertaste…

Gracias por el “pago”, lo disfruté como no tienes ni idea, esa lengua tuya es mágica… como sea, me lleve la mochila y la escopeta, espero no te moleste…

Pero te dejé la pistola y dos cajas de munición, aunque dudo las necesites. Escucha, solo debes ir por la calle Carrol y salir por la autopista 17, deberías estar fuera del pueblo en unas horas…

Sabes que tengo mi lucha aquí así que no puedo acompañarte, gracias por la invitación igualmente, adiós… 

-Roy Kaufmann

P.D. tambíen me lleve tu bra como recuerdo de nuestra aventura”

Vania sonrió.

“Espero lo guardes bien, tonto”, pensó.

Se dio un baño lento jugando con su cuerpo y disfrutando la sensación del agua cayendo por su piel desnuda. Se cambió empezando por las bragas, luego el pantalón y los zapatos, tomó sus cosas y encendió el auto.

Dio marcha y siguiendo las instrucción de Roy, salió del pueblo… poco a poco la neblina comenzó a disiparse.

Manuel fue quien entró al pueblo, pero fue Vania quien salió de ahí.

Se detuvo al ver que había salido del pueblo y que todavía conservaba su forma femenina.

— Gracias Silent Hill… aunque todo fue una locura… si es mi precio a pagar por ser mujer… entonces que así sea… —dijo mientras las lágrimas de felicidad y tristeza caían por sus mejillas y su cara se recargaba sobre el volante.

*Sonidos de tonos de mensajes*

Su celular volvía a tener señal, varios mensajes preocupados por ella.

“Tengo muchas cosas que explicar”, pensó mientras manejaba, puso una canción para acompañara su viaje y lentamente fue resolviendo cada conversación.


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Silent Hill TG - Final

Pues bueno, la ultima parte de esta historia, espero haya sido de su gusto... Y una vez más, los invito a dejar comentarios, no importan si ...