sábado, 25 de octubre de 2025

Silent Hill TG - Parte 2

*Sonido de portazo*

*Sonido de estática*

— ¡Carajo! Ah… ah… 

Manuel, que entró hecho prisa en la escuela primaria Midwich ya que estaba siendo perseguido por varios monstruos, rápidamente miró en la entrada por algo que poner en la puerta, cosa que no fue un problema ya que el interior de la puerta contaba con soportes para bloquear la entrada, y su tabla de madera estaba por un lado.

*¡Golpe, golpe, golpe!*

La puerta parecía que podría romperse en cualquier momento, los golpes del otro lado la hacían temblar, incluso la radio hacía ruido como si indicara que era cuestión de minutos para que pasara algo.

Entonces vió un gran reloj de madera en uno de los costados.

— Carajo… es… pesado…

El reloj era más masa de la que su cuerpo podría cargar y aún así, trató de empujarlo hacia la puerta, y entonces.

*¡Golpe!*

El reloj cayó en dirección a la puerta, actuando como bloqueo extra, sin embargo.

*Sonidos de estática*

La radio no dejaba de sonar.

Manuel, se alejó de la puerta y pasó a la siguiente. Estaba oscuro así que encendió la linterna y empezó a buscar, tranquilizandose al escuchar el sonido de la radio disminuyendo, prestando más atención al entorno, viendo los pasillos desgastados así como los papeles tirados en el piso, entonces notó un mural con el mapa de la escuela así como folletos de la estructura, tomó uno de estos.

— ¡Papá, ¿estás aquí?! —Manuel gritó con su voz femenina mientras caminaba por los pasillos— ¿Papá? 

Sin embargo, una expresión de enojo se pintó en su cara.

— ¡Carajo, Manuel, esto no es real! ¡Lo sabes bastante bien! 

Manuel se quejaba con él mismo por creer las notas de “su familia”. 

Pero.

*Sonidos de pasos*

Del techo del pasillo empezaron a sonar pasos rápidos que parecían ir hacia la izquierda.

— ¡Quién anda ahí!

Manuel gritó pero no tuvo respuesta.

Y entonces.

*Sonido de puerta abriéndose*

— ¡Kgh!

 

Una puerta se abrió, de esta salió un monstruo similar a los que ya había visto por primera vez, pero en una versión más infantil y escuálida, vistiendo un uniforme desgarrado.

Monstruo que no dudó en correr hacia Manuel.

*Sonido de disparos*

Manuel agarró la pistola con firmeza y jaló del gatillo; cuatro tiros fueron vaciados del cargador, suficientes para hacer caer a la criatura.

— ¿Qué rayos son estás cosas…? Debe haber más de ellos… llevo 12 balas, quedan cinco en el cargador.

Manuel llevaba en su mente las balas del cargador pues había visto en películas y videojuegos de acción y horror que esto era algo fundamental.

Entró al pasillo del que salió el monstruo y luego entró a la primera puerta abierta que vio;un salón con una mesa enorme y varias sillas a su alrededor, así como un electrodomésticos para la cocina.

Pero lo que más le llamó la atención…

“¡Bienvenido profesor Luis López!”

Fue ver el nombre de su padre anotado en un pizarrón.

— ¡Ya basta! ¡Esto es una puta broma! —manuel gritó con rabia.

No podía creer que conocieran el nombre de su padre.

Pero algo pasó.

Manuel comenzó a tener dolor de cabeza.

“Bien hecho, Vania, eres una niña muy lista”

Una imagen de su padre acariciando su cabeza.

“Felicidades, Vania, lograste terminar la preparatoria, ahora viene el verdadero desafío”

Una foto de su versión femenina llevando una toga y un birrete, al lado suyo estaba su padre.

Más y más momentos aparecían en su cabeza, pero todos ellos eran con él como niña.

— ¡¿Q-qué es esto…? ¡Basta!

*Sonido de disparos*

Tres tiros fueron disparados.

Manuel se calmó después de eso, aunque su respiración era irregular. Lo comprendió, lo que vio eran recuerdos de algo que se preguntaba constantemente: ¿Cómo hubiera sido su vida si hubiera nacido como una mujer?

“Tengo que salir de aquí”, pensó.

Pero...

*Sonidos de pasos*

Una vez más se volvieron a escuchar los pasos.

— ¡¿Quién está ahí?!

Manuel sacó el mapa y buscó la ubicación de la escalera, no estaba muy lejos de él, solo hasta el final del pasillo.

Subió las escaleras, pero…

— ¡Kya! 

Un grito femenino acompañó su caída. Debido al tamaño de sus pechos, le fue imposible ver los escalones sobre sus pies, haciéndolo tropezar al calcular mal la distancia.

“Parece que ahora tendré que moverme con cuidado en las escalera…”, pensó mientras se levantaba y volvía a subir, esta vez con más cuidado al pisar.

— Mierda…

Apenas salió de las escalera hacia el segundo piso, se encontró con otra criatura igual pero masculina.

*Sonido de disparos*

Dos disparos salieron del arma, pero no fueron suficientes.

— ¡Ah! 

El monstruo solo fue alentado por los disparos, dándole a Manuel una oportunidad para esquivar el ataque, y reaccionando a tiempo para empujarlo por las escaleras.

*Sonido de golpes*

Sin tiempo para mirar, empezó a correr hacia las puertas.

— ¡Cerradas, mierda!

Las primeras puertas estaban cerradas, tuvo que avanzar hasta las siguientes, también cerradas, llegando al final, logró abrir una puerta que daba con un salón de clases, entrando y cerrándola de golpe.

Pero entonces.

— ¡¿Hay alguien ahí?!

Una voz vino desde el otro extremo del salón, una voz que conocía perfectamente y que no había escuchado en años.

— ¡¿Papá?!

Era la voz de su padre.

— ¡Vania, eres tú! Gracias a dios, ya empezaba a preocuparme. Escucha, me quedé encerrado en el salón, necesito que vayas a la bodega, ahí deben estar las llaves de repuesto.

La rabia invadió a Manuel, no podía creer lo que estaba escuchando.

— ¡No, tu no eres real! ¡Nos abandonaste hace tiempo! ¡Esto no es real!

— ¡¿De qué hablas, hija?! ¡Soy tu papá! ¡Ah, es por lo del dinero para tu abuela, está en la recepción en mi casillero, pero tiene clave, sacame para que pueda darte el dinero.

Una vez más la situación de su abuela fue mencionada, e incapaz de comprender lo que estaba pasando, no le quedó otra más que aceptar.

Sin embargo.

— Necesito un respiro…

— Toma tu tiempo… pero no tardes… ya llevo tres horas encerrado…

Manuel agarró uno de los bancos, se quitó la mochila y se sentó.

— Ahh…

Soltó un suspiro largo, todavía procesando lo que acababa de pasar, al lado de la puerta cerrada estaba su propio padre, quien los abandonó hace tiempo e incluso puso en duda compartir la misma sangre. Un hombre avaro que a todo le ponía una excusa para no hacer el gasto, un hombre con más de tres matrimonios, un hombre que no dudo en darle una tarjeta de crédito a una de sus exesposas antes que su propio hijo, un hombre que ocultó muchas cosas que al final salieron a la luz. 

A pesar de todo eso, él lo admiraba… Sin embargo, lo que mató esa figura ya desmoronada fue un choque de ideologías, y cuando el mundo le demostró que Manuel estaba en lo correcto, quiso verlo para restregárselo en la cara, pero este nunca apareció.  Y aunque se decía a sí mismo que lo había perdonado, muy en el fondo existía una parte de él que todavía lo odiaba. Y ese odio estaba ahí, a casi nada de explotar, contenido por Manuel que todavía trataba de procesar la situación.

— Ahh… Carajo… mi ropa…

Miró hacía abajo, notando que el sujetador que se había puesto en la tienda estaba roto.

— Eso explica por qué siento que se mueven más que antes… Y las bragas… las siento muy metidas.

Desde antes que llegara a la escuela, sentía que el movimiento de sus pechos era más brusco, eso era porque el sujetador se rompió de los tirantes de la espalda, pero como no podía detenerse a inspeccionar no se dio cuenta de ello hasta ahora. Se lo quitó y lo guardó en la mochila pensando que podría repararlo más tarde, también se acomodó las bragas.

Luego tomó la pistola y rellenó el cargador vacío con las balas de las cajas, volviéndose a alistar para salir.

Se asomó por la puerta, no había señales de monstruos así que volvió a bajar al pasillo, viendo al monstruo tirado en las escaleras y con la pantalla de su cabeza estrellada, caminó hasta la recepción.

Pero…

“Ten hija, para el vestido de tu quinceañera”

La figura de su padre dándole dinero.

“Mi hija es la niña más linda del mundo”

Su padre felicitandola.

Más momentos que nunca experimentó pasaron por su cabeza.

*Sonido de cachetada*

Esta vez no disparó al aire, simplemente se abofeteó él mismo.

Continuó su camino a la recepción pero la puerta estaba cerrada con llave.

Y al lado de esta había una nota:

“Las llaves de la recepción las tiene la maestra Nancy esta semana, normalmente pasa su tiempo en la biblioteca, así que si ocupan algo entonces ir con ella”

Checó el mapa nuevamente, la biblioteca estaba en el segundo piso. 

Caminó hacía la puerta opuesta a la recepción, la abrió con cuidado y subió las escaleras al no ver monstruos cerca, las subió con cuidado de no caerse, volvió a asomarse, no había monstruos.

Caminó lentamente por el largo pasillo, todavía pensando en lo que acababa de pasar.

*¡Pum, pum, pum!*

Varios golpes sonaban de las puertas de los salones de clase e incluso la radio comenzó a sonar, ante ello, Manuel empezó a correr.

— Agh… se mueven demasiado…

No pudo evitar quejarse del movimiento brusco de sus senos.

No tardó en llegar a la biblioteca, estaba abierta. Al entrar puso el seguro rápidamente.

— Hola… nos volvemos a ver

La mujer que había visto en el hospital volvió a aparecer, estaba sentada en una silla leyendo un libro de cocina.

— Hola…

— Soy Lina, Lina Garland, y por lo que veo, ya te reuniste con tu familia —Lina miró de pies a cabeza a Manuel examinando su vestimenta— Parece que eres bastante atrevida…

— Ah, ¿esto? No, todavía no… emm… ¿has visto unas llaves?

— Directo al grano, ¿eh? … Sí, se las acaba de llevar la encargada de la biblioteca, dijo que iba al baño

— ¿Eh, pero yo no vi ni escuche pasar a nadie?

— Quizás estabas distraída, como sea, ¿no quieres esperar?

— ¡¿Estás bromeando?! ¡Hay monstruos en este lugar!

— Ah… así que puedes verlos también… 

— ¡¿Los has visto?!

*¡Clac!*

El libro de cocina que sostenía Lina en sus manos fue cerrado de golpe.

— Prefiero no hablar de ello… Creo que es hora de que te vayas… —Lina miró a Manuel con disgusto.

— Vale… solo ten cuidado…

— Descuida —Lina reveló un cuchillo de cocina— tengo mis formas.

Manuel salió de la biblioteca con mucho cuidado de no hacer ruido.

*Sonido de estática*

La radio comenzó a sonar, pero no veía nada.

Manuel caminó lentamente hasta la puerta opuesta al salón de clases, pero en el momento en el que puso su mano en la manija.

— ¡Grrr!

*¡Sonido de puerta abriéndose con fuerza!*

La puerta fue abierta por un monstruo, tumbándolo en el acto. El monstruo no desaprovechó la oportunidad y se abalanzó sobre él.

Manuel apenas logró sujetarlo de los brazos.

— ¡S-suéltame!

Pero su lucha era inutil, su cuerpo femenino no era rival para la fuerza del monstruo a pesar de su aspecto infantil.

El monstruo empezó a abrir su cuerpo, dejando ver su boca vertical.

— ¡No! ¡Dejame ir!

Y entonces.

*¡Crunch!*

Un cuchillo fue clavado en el cuello del monstruo, salpicando las ropas de Manuel.

— ¡Lina, gra-!

— ¡No hay tiempo, corre!

Los gritos femeninos de Vania habían alertado a los monstruos de los salones.

Atravesaron la puerta de donde atacó el monstruo, llegando a las escaleras, pero.

— ¡¿A dónde vas?! 

Al llegar, en lugar de ir hacía las escaleras, Manuel fue en dirección a los baños, pero fue detenido por Lina.

— ¡Ocupo las llaves!

Ambos se miraron, los sonidos de los pasos de los monstruos eran cada vez más cercanos.

— ¡Bien, ve por eso, yo me encargo de los monstruos! ¡¡Vengan por mí!!

Lina empezó a gritar mientras corría hacía las escaleras, atrayendo a los monstruos con ella.

Manuel quedó solo en el pasillo mientras el ruido de los pasos disminuye al igual que el sonido de la radio.

— Ugh… sabe horrible…

Pasada la tensión, Manuel se da cuenta de que un poco de la sangre del monstruo había entrado en su boca dejando un fuerte sabor amargo, sacó una botella de agua de su mochila y se enjuago la boca.

— Carajo…

También notó, que una vez más, se había orinado en sus pantalones.

Ignoró la sensación húmeda en su entrepierna y siguió su camino hasta llegar a los baños.

Tembloroso, se puso frente a la puerta del baño de mujeres, abriéndolo con cuidado.

— ¿Hola…? ¿Señora Nancy?

Pero no hubo respuesta, en su lugar…

— Iugh… apesta…

Un fuerte olor a podredumbre asaltó las fosas nasales de Manuel. Tapándose la nariz, empezó a inspeccionar puerta por puerta.

Hasta que lo encontró…

Ahí estaba el cadáver de la profesora, y en su cuello estaban colgadas las llaves que necesitaba, se acercó lentamente para tomarlas pero…

*¡agarre!*

— ¡¡Kya!!

El cadáver agarró a Manuel del brazo, acelerando su corazón por el susto, pero solo hizo eso y nada más, el agarre que había sido fuerte se aflojó y soltó su brazo.

Ahora la llave estaba en las pequeñas manos femeninas de Manuel. 

Sin embargo, en lugar de seguir, se tiró en el piso, estaba cansado.

— Lo que hago por resolver esto… —se dijo a sí mismo.

Tomó de la botella que ya había abierto y se comió un trozo de una de las barras nutritivas.

“Sabe bien”, pensó.

Se tomó unos minutos y luego se volvió a poner de pie.

Salió de los baños con cuidado, atravesando el pasillo y bajando las escaleras con precaución para no caerse. Camino el largo pasillo hasta la recepción, y abrió la puerta. 

Colgadas estaban varías llaves, como no sabía cual era se las llevó todas.

Volvió a caminar por el largo pasillo, y volvió a subir las escaleras, entró una vez más al salón donde debería “estar” su padre.

— Las encontré

— Qué bueno, hija, gracias a dios que tengo una hija tan maravillosa

Una mueca de desagrado se pintó en su cara, su padre nunca le había dicho tales palabras.

Ignorando el amargo sentimiento, empezó a probar llaves hasta qué.

— ¡Por fin-ahh!

La puerta se abrió, pero una mano jaló a Manuel hacia adentro.

Todo estaba oscuro.

— Ugh… mirate… jugando a ser una mujercita…

— ¿De qué hablas…? ¿Eh…?

De repente una luz roja iluminó el lugar, revelando algo para Manuel.

Esté miró hacia abajo, viendo que las montañas de carne habían desaparecido.

— Mi voz… es la de antes… 

Su voz también había vuelto a la normalidad, a esa voz gruesa y ronca que tenía.

Se llevó la mano a la entrepierna, sintiendo el bulto en esta.

Manuel había vuelto a ser hombre, y las ropas que llevaba se habían roto al no ser de su talla.

— De saber que tendría un hijo como tú te hubiera quitado el apellido… Que deshonra de hijo eres… 

— …

Manuel no dijo nada.

— Parece que fallé como padre al educarte…

— ¡Claro que fallaste, no estuviste la mayor parte de mi infancia y juventud!

— ¡Y de haberlo estado, no serías gay!

— ¡¿Qué?! ¡No soy gay!

— Claro que lo eres, te trasvistes como mujer para tener aventuras con los hombres, mírate justo ahora llevas esa ropa que parece romperse, los zapatos, ¡y de seguro hasta tanga llevas!

— ¡Eso es diferente! ¡Querer ser una mujer no me hace gay!

— ¡Silencio! Es hora de que asuma mi rol de padre…

*Pum… pum… pum…*

Se empezaron a escuchar pasos.

De la sombras salió un hombre alto, vistiendo una playera polo verde y un pantalón blanco, de pelo castaño y ojos esmeralda, poco más bajo que Manuel y con una expresión fría y calmada.

“Realmente es él”, pensó Manuel al ver la figura de su padre

— Un hijo como tú… ¡Merece morir!

Sin darle tiempo de reaccionar, el padre de Manuel se lanzó contra este, apuntando a su cuellos con sus manos.

— ¡Maldito maricon! —gritó el padre mientras lo ahorcaba.

Manuel reaccionó ante el dolor golpeándolo en el estómago, usando su fuerza masculina para dar el máximo impacto posible.

Se liberó, pero el ardor en su cuello persistía.

Tomó la pistola de la funda y apuntó a su padre.

— ¡No te muevas!

— ¿Qué, ahora qué sé tu sucio secretito me vas a matar? ¡Ni siquiera tienes los huevos para jalar el gatillo!

La mano de Manuel temblaba, su dedo no se movía.

— ¡Lo ves! ¡Por eso los deje! ¡Porque no quiero tener un hijo maricon como tú!

— B… basta… 

— ¡Maricon, joto, chupa pitos! ¡Eres una vergüenza! 

— ¡Basta!

— ¡Debí hacer la prueba de paternidad contigo! ¡De seguro la zorra de tu madre es-

*Sonido de disparo*

— ¿Eso es todo?

El padre de Manuel sonrió antes de volver a lanzarse contra él, pero esta vez pudo esquivarlo, sin embargo, logró quitarle la mochila.

*Sonido de disparo*

Otra bala salió del arma, ahora impactó en su espalda.

Pero no fue suficiente.

El padre volvió a cargar contra él

*Sonido de disparo*

Trató de dispararle en la pierna pero falló.

*¡Golpe!*

Dándole la chance de agarrarlo, al ser tomado desprevenido soltó el arma en sus manos.

Volvió a ser ahorcado, una vez más se liberó, buscó rápidamente el arma, pero…

*¡Golpe!*

Un puñetazo impactó con su cara, aturdiendo y haciéndolo caer. El padre no dejó pasar la oportunidad, se puso encima de él y empezó a estrangularlo. Manuel trató desesperadamente de liberarse, pero esta vez los golpes no estaban funcionando, sentía como su respiración se cortaba, él como sus golpes se volvían más débiles y como su conciencia empezaba a apagarse.

— Te lo dije, un maldito travesti no es competencia para un hombre de verdad

Entonces la vio.

Por el rabillo del ojo vio la pistola, estaba a un costado suyo.

Con sus últimos esfuerzos se acercó a está tratando de tomarla con sus dedos, se estiraba tanto que sentía que se iba a dislocar el brazo, los dedos hacían su esfuerzo para llegar a los bordes, para arrastrarla a su mano.

Lo logró.

*¡Sonidos de disparos!*

No lo dudo, vació el cargador del arma en el pecho de su padre.

— Maldito… 

El padre finalmente murió, Manuel vio como este se desmoronaba lentamente

— Incluso si me ves como un fenómeno… tú nos abandonaste… entonces tú opinión no es más que basura… Uhg…

A Manuel le empezó a doler la cabeza.

*Sonido de caída*

Se desmayó y se desplomó en el piso.

— ¡Ah!

Manuel despertó, escuchando su voz femenina gritar, y mirando hacía abajo para ver sus senos grandes.

— ¿Volví a ser una mujer?

Había despertado con su forma femenina. Pero no solo eso, sus ropas que se habían rasgado al volver a ser hombre volvieron a la normalidad, incluso las manchas de sangre y orina desaparecieron.

— Volví a ser una mujer —Manuel se llevó la mano a la entrepierna para confirmarlo, no había nada más que una zona plana y suave.

Se abrazó a sí mismo, estaba feliz de volver a ser una mujer, la felicidad estaba expresada en su cara.

— Espero poder conservar esta figura todo el tiempo… todavía me quedan cosas por hacer con este cuerpo… como una mujer… como Vania…

Manuel se estaba aceptando a sí mismo como “Vania”.

Luego miró a su alrededor, estaba en la recepción descansando en una de las bancas, a un lado estaba su equipo; la radio, la linterna, la pistola y la mochila que encontró.

Se sentó para pensar lo que había pasado.

El encuentro con su padre se había sentido tan real que no podía pensar que fuera una ilusión.

“¿Qué demonios está pasando en este pueblo?”, se preguntó en su cabeza.

Se encontró con su padre, este se enteró de su gusto por el TG y lo tachó de raro, y lo mató.

En su día a día, era una preocupación de que podría pasar si su padre se enterase, y aunque este se había distanciado de él, la preocupación siguió arraigada en lo más profundo de su mente.

Pero ahora, extrañamente se sentía tranquilo… o más bien, tranquila.

Pasaron varios minutos antes de que se levantara y entrara en la habitación de la recepción.

Ahí estaba la caja fuerte, estaba abierta.

Adentro había una nota y un sobre que tenía escrito “cuenta del hospital”. Comenzó a leer la carta.

“Cariño, necesito que envíes el dinero para pagar la cuenta médica de mi mamá y la de Vania, sé que estás muy ocupado como para venir así que si quieres déjalo en el Motel Riverside con el recepcionista para que no vengas hasta el hospital, ¿de acuerdo? Oh, sí Vania despierta y va por el dinero entonces dile que la esperare en el motel”

Una vez más arrugó la carta, aunque por lo anterior no podía dejarlo como una ilusión o siquiera una mera broma, todavía le costaba ver estas cartas como algo real, y aún así…

Motel Riverside era la próxima parada de “Vania”.

Tomó sus cosas, preparó el cargador de la pistola, tomó un poco de agua y se comió el resto de la barrita energética que quedaba antes de ir a la entrada y ver que estaba abierta y con el reloj tirado en el piso a un lado.

— Lina… esa chica… ¿Pudo escapar…?

Se preguntó antes de volver a zambullirse en la niebla.


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