Hola... sigo vivo jaja, con una pequeña chispa de motivación, supongo...
Pues es octubre mes del terror y blablala...
Bueno, por primera vez en la historia de mi vida aparte un juego (sí, don pirata también puede soltar unas monedas... o monedotas), hablo del Silent Hill f. Porque después de piratear el remake del 2 le tuve fe al buen trabajo que hicieron (quedé fascinado), y vaya que Silent Hill f no fue una excepción, con la mecánica de durabilidad de las armas me sentí indefenso (en el 2 maté a todo lo que se movía...), me tuve que pensar los combates antes de actuar, huir aunque no quisiera. Me encantó la representación del matrimonio forzado y lo que implica.
Pero bueno, este no es un blog de reseñas de videojuegos.
Con la salida del juego y con lo fascinado que quedé, me animé a escribir una historia TG ambientada en Silent Hill. Honestamente no fue fácil, de hecho ni siquiera creo que esté al nivel de los guiones de la saga. Pero es mi basura de mí para mí (Así es, es otra crónica de Vania) El tema a elegir no costó mucho, porque esto gira particularmente en que muchos vemos esto como un tabú, algo que ni de puta broma vamos a hablar con nuestras familias o amigos, algo que escondemos pero disfrutamos, y que en nuestra mente posiblemente pensemos que nos van a tachar de gays si nos llegasen a descubrir.
También... debo admitir... que esta es la historia en la que más desnudo me siento. Por qué? porque al ponerme de protagonista incluyo elementos personales de mi vida, y creo que he puesto más aquí de lo que he añadido en otras historias mías... Y bueno, también debo mencionar que es la primera historia que tiene un inicio y un final, verán las demás partes en estos días.
No espero nada, pero me gustaría que se animaran a comentar, ya sea si es para señalar que es basura, hacer una critica elaborada, o simplemente decir que es buena.
Sin más que decir, dejo el inicio de esta historia, en estos días saldrán las demás partes.
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“Domestic de violence
kikkake toka are toka funzori kaette
doramachikku de baiorensu
itsu datte atamago nashi yurusanai tte
sogyou mujou jigou jitoku
kara no aisarenai toka nai tte
dakara sa
kuzurete hajikero”
— Carajo…
Un hombre de 26 años, vestía un pantalón de mezclilla y una camisa roja con patrones, de corto cabello negro contenido por una ligera capa de gel, ojos cafes protegidos por una gafas claras que ayudaban a su mala vista. Conducía su Audi A3 2020 en la carretera bajo el cielo nocturno mientras escuchaba música de su gusto, se quejó al ver que el tramo que debía recorrer para regresar a casa estaba cerrado.
Con el motor encendido y el carro en reposo, miró el mapa en su celular para buscar otra ruta.
— ¿Silent… Hill?
Vio que a menos de 3Km había pasado una carretera que le tomaría más tiempo pero le permitiría regresar a casa, una carretera que pasaba por un lugar llamado “Silent Hill”, un pueblo que según el celular lo marcaba como abandonado, lo que se le hizo raro es que no mostrara fotos del lugar, algo dentro de él le empezaba a dar mala espina.
“Solo voy a usar su carretera, ni más ni menos”, pensó mientras apretaba el volante.
Sin más que decir, dio vuelta en el carro y se dirigió hacia aquella carretera.
Los minutos pasaron, todo parecía normal, parecía que la mala espina en su cabeza solo era eso, una broma pesada de su mente hacia él mismo.
Pero.
— ¡Qué es eso!
Algo se cruzó en su camino; una sombra humana, trató de esquivarlo pero, la velocidad a la que iba le hizo perder el control del volante, haciendolo derrapar y volcando su carro.
De un instante a otro, Manuel Lopez, el conductor, veía todo de cabeza y sentía un dolor por todo su cuerpo.
— Ca… rajo.
Las ventanas del auto estaban rotas, había algo de vidrio en su piel así como sangre. Cómo pudo se quitó el cinturón de seguridad, sintiendo el peso que éste sostenía cayendo en su pecho y cuello, salió arrastrándose, sintiendo los fragmentos de vidrio rasgando su abdomen graso.
“Supongo que este es mi fin”, pensó Manuel antes de desmayarse.
…
— ¡Ah!
Manuel despertó.
Mirando a su alrededor, viendo que estaba en una habitación de paredes blancas desgastadas, sin embargo.
— ¿Qué es esto…?
Manuel, al mirar hacia abajo, se encontró con dos enormes objetos redondos en su pecho cubiertos por la bata de paciente que llevaba.
— Mi voz…
Manuel se llevó la mano al cuello, notando que no solo la voz sino también la suavidad de la piel había cambiado. La voz gruesa que antes tenía se había convertido en una voz aguda y la piel rasposa ahora era suave como la seda.
Entonces lo noto, había hebras blancas obstruyendo su vista, cosa que no vio al principio por el color de las paredes. Pero no solo eso, sentía algo rascando suavemente su cuello, llevó la mano izquierda a este solo para sentir cabello en donde no debería haber.
“¿Qué está pasando?” se preguntó.
Se puso de pie, notando el catéter en su brazo derecho cubierto por un vendaje simple, y también notando que este era más delgado, suave y libre de vello corporal.
— ¡¿Hola?! ¡¿Hay alguien ahí?!
Gritó, pero no hubo respuesta.
— Mierda…
Manuel apretó los dientes, no había quien le ayudara a retirarlo y tenía miedo de hacerlo solo…
— ¡Mi celular!
Gritó al recordar que podría usarlo para ver un tutorial, pero…
No había rastro de este en la habitación, de hecho, conforme observaba prestaba más atención a los detalles, como las paredes rasgadas, el piso sucio, en espejo roto puesto de forma perpendicular a él y una ventana rota, pero lo que llamaba la atención no era lo que había en la habitación, sino lo que había fuera de esta, por la ventana rota se podía ver nada más que una niebla que obstruía todo a su paso.
— S-solo es lógica… solo es lógica…
Manuel se armó de valor y sacó la aguja, no sin hacer chillidos del leve dolor provocado por este, después se volvió a colocar el vendaje.
Caminó hasta el espejo polvoso, pudiendo verse en su superficie.
— ¿Qué pasa con mi rostro…?
El corto cabello negro se convirtió en un largo cabello blanco que llegaba hasta la cintura, los ojos cafes se volvieron morados, le menton masculino había desaparecido, y los rasgos masculinos bien marcados fueron remplazados por rasgos femeninos.
Miro abajo una vez más viendo los montículos que bloqueaban su vista.
— Angh~ —apretó el montículo derecho con su mano izquierda.
Luego llevó su mano derecha a la entrepierna.
— ¡No está!
Donde debería estar su órgano masculino no había nada más que una hendidura acompañada de una superficie suave.
Lo sospechaba pero lo quería confirmar.
Se quitó la bata de paciente, revelando así su cuerpo desnudo; extremidades delgadas y sin vello corporal, un par de senos copa D colgando de su pecho, un abdomen plano libre de vello corporal, una cintura de reloj de arena que toda mujer quisiera tener, acompañado de un trasero casi tan grande como sus pechos así como unos muslos carnosos y piernas esbeltas libres de vello corporal. Y donde antes hubo un pene ahora había una vagina completamente rasurada.
Un cuerpo completamente distinto, un cuerpo femenino.
— Yo… realmente soy una chica…
Pero no había temor o preocupación en su mirada, no, solo había regocijo y placer.
— Hmm~ —Manuel empezó a apretar sus propios senos— Con que esto se siente tener tetas~
Manuel en realidad tenía un fetiche culposo por el TG, es decir, la fantasía de cambiar de cuerpo o género, todos los días consumía material que contraba en internet, ya fueran comics o historias de las distintas plataformas a las que accedía. Pero este fetiche pronto empezó a salirse de control ya que comenzó a fantasear con ser una chica específicamente, un personaje que él había creado, se masturbaba creando escenarios en su mente con ese personaje, con él siendo ella. Incluso empezó a tener esas fantasías en su trabajo, y con ello también nació un fuerte rechazó a su ser, a su propia imagen, a deprimirse por no poder realizar ese deseo, a avergonzarse por tener que ocultar esa fantasía de su familia y de la sociedad, al temor a ser descubierto, a desear morir por no ser una mujer.
Por eso, en lugar de aterrorizarse se puso feliz, era una mujer pero no cualquier mujer, era su mujer ideal; una mujer que había ideado gracias a una publicación que vio.
— Es mucho mejor que en las historias~
Manuel jugaba con sus propias tetas, específicamente apretando los pezones y torciendolos como si fueran botones de radio.
— Aah~ Finalmente~ tengo mis propias tetas para poder jugar con ellas cuando quiera… son tan sensibles~
La boca de Manuel babeaba mientras soltaba leves gemidos, pero su boca superior no era la única que estaba babeando. Manuel lo sintió, un calor estaba emanando de su boca inferior, de su vagina.
— ¡Ah!
Con rapidez, la mano izquierda se dirigió a la vagina e introdujo dos dedos, los meneó lentamente en su interior para después sacarlos y llevarlos a la altura de la cabeza.
Sonrió con satisfacción al ver líquido viscoso en sus manos y formar puentes de fluidos al separar sus dedos.
— Mis propios jugos vaginales~
Y los llevó a su boca sin dudar.
— ¡Mmm~!
Se estremeció por completo al probar el dulce sabor de sus jugos vaginales, hacer tal cosa era otra de las muchas fantasías que habían cruzado por su mente mientras pensaba las cosas que haría si un día fuera una mujer.
Se miró una vez más al espejo, vio a la mujer con los dedos en la boca y la mirada lujuriosa que el espejo reflejaba, luego siguió bajando la mirada lentamente viendo los pechos suaves y firmes que tenía, la cintura estrecha, el trasero redondo, la vagina rasurada, los muslos carnoso y las piernas largas y delgadas.
— Realmente me convertí en una mujer…
No pudo evitar abrazarse mientras decía eso y las lágrimas de felicidad caían por sus mejillas.
Sin embargo.
*Sonidos de cajas y objetos golpeados*
Un fuerte estruendo interrumpió el momento de felicidad y lujuria de Manuel, era el sonido que hace una persona al chocar con cajas de cartón y derramar su contenido.
El aura lujuriosa que envolvía el cuerpo femenino de Manuel fue apagada rápidamente.
“¿Qué está pasando?”, se preguntó internamente.
Se volvió a poner la bata de paciente y abro la puerta de la habitación.
No había nada, solo unas cajas de cartón derrumbadas y montones de papeles.
Pero.
Al fondo del pasillo, le pareció ver algo; una sombra.
— He visto demasiadas películas de terror para saber que sigue…
En lugar de seguir la sombra, camino en sentido contrario.
— Diablos… estás cosas… no se dejan de mover…
Manuel sintió el movimiento suave de sus senos con cada paso, tuvo que usar su mano derecha para mantenerlos firmes.
Caminó lentamente prestando atención a las puertas, buscando una salida, entonces.
*Sonido de puertas abriéndose*
Las puertas metálicas de un elevador se abrieron, como si lo estuviera invitando a subir, miró a su alrededor, incluso empezó a tratar de abrir las demás puertas, pero todas estaban cerradas.
De mala gana tomó la opción del ascensor, notando que estaba en el segundo piso así como las paredes oxidadas que indicaban que llevaba años sin mantenimiento.
Suspiró antes de llevar su mano al panel de botones y presionar el botón del piso 1.
*Sonidos de engranajes oxidados*
La maquinaría parecía funcionar perfectamente.
“Que no pase nada”
Esa frase pasaba constantemente por la cabeza de Manuel mientras el ascensor descendía.
Y entonces.
Con un “crack”, las puertas del elevador se volvieron a abrir, sacó la cabeza para ver si había alguien pero no encontró nada, parecía abandonado.
Pero…
“sna.. ea…”
A lo lejos, se escuchaba un sonido, parecía una melodía, se acercó para confirmarlo.
“I give my life…”
El ruido provenía de la recepción, y ahí estaba alguien más.
Una mujer joven que se había dado cuenta de su presencia, ella llevaba una cofia de enfermería en su cabeza, pero sus ropas no parecían del personal médico, en cabello rubio hasta los hombres y unos ojos azules que miraban atentamente a Manuel. Vestía una playera roja con estampado y un pantalón de mezclilla, llevando una botas por calzado.
— Oh, señorita Vania, veo que ya despertó
— ¿Miss Vania?
[Nota de M: los personajes de está historia hablan inglés, pero no voy a poner el diálogo y luego la traducción, Habla español estando solo, cuando inicia la conversación con alguien nuevo, o cuando está nervioso por la situación del momento]
Manuel mostró una expresión confusa.
— Sí, usted, fue traída hace dos semanas por su familia
— ¡¿Dos semanas?! ¡Espera, ¿por qué soy una mujer?!
— Mmm, ¿porque es una mujer?
— Pero yo no… olvídalo —Manuel cambió de tema— ¿Dices que mi familia me trajo?
— Sí, dejaron una nota para usted,
— ¿Y mis cosas?
— Sí… su familia no tenía la confianza de dejar sus cosas en el hospital así que se las llevaron con ellos
— ¿Podría llamarles?
— Lo siento, la línea de comunicaciones ha estado fallando estos últimos días
— ¿En estos días? Pero el mapa decía-
— Oh, mira, la hora mi turno terminó, me tengo que ir —la mujer se levantó de su silla— Ah, puedes tomar lo que quierar del baúl de objetos perdidos, no creo que quieran andar en bata por la ciudad
La mujer se fue sin poder darle más explicaciones a Manuel, llevándose la radio consigo.
Manuel se quedó parado unos minutos más, procesando lo que acababa de pasar.
Primero despertó siendo una mujer, y ahora se enteró de que estuvo dormido por dos semanas, y no solo eso sino que su familia lo había llevado al hospital.
“¿Qué carajos está pasando?”
Se preguntaba internamente.
Pensó en leer la nota así que se acercó al mostrador.
“Vania, si estas leyendo esto significa que has despertado, hemos estado esperando por tu recuperación, y nos hemos estado quedando el Motel Riverside, Tú papá ha estado dando clases en la escuela primaria Midwich todos los días para juntar dinero para el gasto médico, el día de hoy estaremos en el centro comercial de Silent Hill, como las comunicaciones han fallado desde hace días, por favor ve a buscarnos, tu abuela se alegrará mucho.
Atte. tu mamá”
La confusión de Manuel se convirtió en enojo.
— Tiene que ser una maldita broma…
Arrugó la carta y la lanzó lejos…
Y es que en realidad, para alguien que no conozca la vida de Manuel, difícilmente pondría en duda el contenido de la carta, pero para él, que conoce su vida mejor que nadie, esa carta estaba llena de mentiras. Primero; su padre se había separado de ellos hace tiempo, y ni una sola vez lo apoyó económicamente, si bien le enseñó conocimiento; cuando se trataba de dinero era un avaro, incluso se justificaba con que usara el dinero que le daba a su madre con la pensión. Segundo; en la carta se menciona a su abuela, quien ya había muerto hace tres años, cosa que lo hacía hervir al jugar con un ser tan valioso para él. Y tercero; él venía solo en la carretera la noche del incidente, nadie lo había acompañado a la conferencia que asistió. Y sin embargo; la letra en la carta era la misma que la de su madre, reconocía perfectamente cada trazo.
Quería convencerse de que todo era un sueño bastante lucido y que pronto despertaría de nuevo como hombre y en medio de la carretera, pero las sensaciones anteriores le hacían ver que quizás no era así.
“Uuffff”
Tomo un suspiro largo antes de disponerse a salir a encontrar respuestas.
— Espera… no puedo salir así…
Manuel vio sus “ropas”, o más bien, la bata. No podía salir así, menos andar descalzo por todo el lugar.
Recordó lo que aquella mujer le dijo de los objetos perdidos, no le tomó mucho encontrarlo, el baúl estaba detrás del mostrador.
Entre las pocas cosas encontró un short de mezclilla, una camisa blanca, un juego de ropa interior y unas sandalias.
A pesar de no haber nadie más que él, trató de buscar un lugar para cambiarse, no iba a hacerlo en la entrada del hospital. Encontró un pequeño baño abierto y lo usó de vestidor; se quitó la bata y empezó a ponerse las bragas, sintió como estás se le pegaban a su nueva feminidad, luego fue el sujetador, el cual no le costó pues debido a su fetiche tenía conocimiento de como usarlo, aunque estaba fascinado con la sensación de la ropa interior aplicando presión en su piel, se resistió a seguir explorando su cuerpo femenino pues sabía que no era el momento, después fue el short de mezclilla junto con la playera, nada diferente de cuando se vestía siendo hombre.
Una vez cambiado volvió a la recepción y abrió la puerta doble que llevaba al exterior solo para encontrarse con una intensa niebla que solo la dejaba ver unos pocos metros por delante.
— Me gusta la niebla, pero estando en este lugar… me da muy mala espina.
Al lado de la entrada vio una placa que decía “Hospital Alchemilla”, cosa que le serviría como punto de referencia.
Manuel caminó lentamente hasta la salida del estacionamiento, notando algo que le servirá de mucha ayuda.
“Bienvenido a Silent Hill”
Era un mural publicitario con el mapa de la ciudad, así como varios más pequeños y manipulables, Manuel tomó uno de estos.
— Así que al final llegué a este lugar del mapa… y tengo que llegar hasta acá…
Manuel señaló el supermercado, guardó el mapa decidido para partir.
El camino fue tranquilo, se podía ver que el pueblo de Silent Hill era un lugar desolado ya que no había ningún alma cerca o siquiera sonidos de personas. De hecho, si miraban más de cerca se podía observar como varios edificios tienen bloqueadas sus puertas y ventanas. Manuel no podía evitar quedar fascinado por la neblina a pesar de la mala espina que este le daba, Aunque la calle Koontz estaba destruida, notó que en los bordes había un diminuto espacio lateral para que una persona pasara pegada a la pared, no dudó en hacerlo ya que se sentía como una “experiencia de videojuego”, aunque tuvo extremo cuidado ya que su equilibrio había cambiado, especialmente el rebote suave de sus nuevos atributos. Cosa que le gustaba, amaba como con cada paso que daba sentía sus senos rebotando así como el cabello largo acariciando su cuello y espalda, además de la sensación de sus bragas metiendose en el trasero, hubo momentos dónde tuvo que acomodarlas con sus manos.
Pero mientras caminaba…
Vio algo en la intersección con la calle Sagan.
— ¡¿Hola?!
Sin embargo, en lugar de acercarse a Manuel, huyó de éste.
Manuel no se molestó en perseguirlo, sin embargo, notó que iban hacia el mismo rumbo.
Siguió caminando manteniendo las distancias, hasta que lo vio entrar al centro comercial.
Se puso de pie frente a la puerta principal del centro comercial, observó las puertas caídas y los vidrios rotos en el piso así como la suciedad.
“Es imposible que mi familia esté aquí…”, pensó Manuel al ver el lugar lúgubre.
Sabía que era una mentira, lo sabía perfectamente, muy en el fondo lo sabía…
Entonces, ¿por qué ir a tal lugar? ¿Por qué no simplemente escapar?
Porque muy en el fondo quería volver a ver ese ser querido que perdió hace tres años, no había día en que no la extrañara, contaba cada uno de los días desde su partida, en las noches solía ”hablar con ella” antes de irse a dormir. Por eso quería pensar que en realidad no era una broma, que no era un sueño. Por eso decidió ir al supermercado como marcaba la nota.
Ya dentro se encontró con la zona de circulación, una sala grande que permitía el paso se las personas así como su acceso a los distintos locales… completamente abandonado.
Miró los distintos locales; de música, de pesca, de armas, de ropa, para adultos, de mantenimiento… Había de todo.
Pero, el silencio era absoluto, por más que mirara no se veía rastro de aquella sombra ni ruido alguno.
Hasta qué…
“... sito… io…”
A lo lejos se escuchaba un sonido, Manuel pensó que encontraría a alguien ahí, ya fuera su mamá o alguna otra persona que le pudiera ayudar, caminó aceleradamente.
“... muévelo~ … cito…”
Al acercarse notó que se trataba de una canción, pero con cada paso que daba podía escuchar mejor la tonada, descubriendo así que se trataba de una canción con la que estaba muy familiarizado.
— ¡Mamá!
“El botecito”
Una de las muchas canciones que solía escuchar en su infancia, no porque le gustaran a él, sino porque su mamá la ponía a la hora de hacer la limpieza y la ponía a intensidades muy altas.
Manuel logró identificar la canción, empezando a correr pues se encontraría con su mamá, pero…
— ¿Eh? No hay nadie…
Manuel llegó a una cafetería, aunque las mesas estaban puestas, no había ningún alma atendiendo el lugar.
“Este botecito que dios te dio…”
Solo había una pequeña radio portátil reproduciendo la canción en una de las mesas.
Manuel se acercó, vio que debajo había una nota así que decidió tomarla, pero justo cuando su mano estaba a unos centímetros de esta…
*Sonidos de estática*
La radio, que hasta hace unos segundos funcionaba bien, empezó a emitir un sonido de estática.
Y entonces.
*Sonidos de vidrios rotos*
— ¡Ah! —Manuel gritó del susto.
Una puerta de cristal que daba con el interior de la cafetería fue destruida por una figura humana…
O al menos desde lejos, si mirabas de cerca podías ver la piel expuesta y podrida, de extremidades largas y una altura que alcanzaba los 1.90m, pero… en su cabeza, había algo distinto a una cabeza humana, había un monitor de computadora, y en sus dedos parecía tener incrustadas varías teclas de teclado de computadora.
[Nota de M: no, no son una puta referencia al sibidi toilet]
“¡¿Qué es eso?!”, pensó Manuel.
Manuel se quedó paralizado del susto, no podía creer lo que estaba viendo, sin embargo, el monstruo ya lo había visto, así que empezó a correr hacia él.
— ¡No te acerques!
Quiso correr, pero su nueva figura lo traicionó. No estaba acostumbrado al rebote de sus pechos, menos al desbalance que estos le podrían provocar en un movimiento brusco, movimiento causado al girar rápidamente para tratar de correr.
Cayó al piso patéticamente, pero para cuando logró recuperarse, el monstruo ya estaba a unos pasos.
— ¡Qué alguien me ayude! ¡¡Ahh!!
Manuel fue tomado de la pierna por la mano del monstruo, su vista dio un giro de 180°.
— ¡Su-suéltame!
Manuel quiso patalear pero su otra pierna fue sujetada, entonces, el abdomen del monstruo empezó a abrirse, mostrando sus entrañas y formando unos dientes en los bordes de la piel abierta, como si fuera una boca gigante en vertical.
Manuel siguió gritando mientras veía esto, su instinto no paraba de gritar que iba a ser comido, la desesperación se empezaba a apoderar de él… así como cierto fluido empezaba a filtrarse de su entrepierna.
Estaba a punto de encontrar su final.
— ¡Sueltala!
*Sonido de golpe fuerte*
El monstruo fue golpeado en la “cabeza” con un bate de béisbol, rompiendo el monitor y liberando a Manuel.
— ¿Estás bien?
— ¡Sí, muchas gracias!
— ¿Gracias…?
La persona que le había salvado, un hombre de corto cabello castaño, de ojos negros, que vestía una chaqueta de cuero y un pantalón de mezclilla, se quedó confundido ante la respuesta en español de Manuel pues el había preguntado en inglés.
— Oh cierto… Sí, estoy bien, gracias.
— Eso es bueno… Será mejor que salgamos de aquí, sígueme, te ayudaré.
— Espera, ni siquiera sé quién eres, ¿Y qué era esa cosa?
— Me llamo Roy, le demás lo responderé más tarde, ¿De acuerdo?
— No, quiero explicaciones ahora.
*Sonidos de estática*
La radio volvió a sonar.
*Sonido de vidrio roto*
Y otro vidrio se volvió a romper.
— No hay tiempo, toma esa radio y sígueme.
Manuel, sin pensarlo dos veces, tomó la radio y la nota debajo de esta, para después empezar a seguir al hombre llamado Roy, esta vez tratando de no perder el equilibrio.
Ambos empezaron a correr, con el sonido de sus pasos acelerados siendo cubiertos por la estética de la radio, los vidrios rotos y el gruñir de las criaturas.
— ¡Aquí!
Roy tomó la mano de la albina y la jaló hacia un pequeño pasillo, acto seguido tapó su boca.
Manuel pudo ver como tres monstruos pasaban corriendo, y a medida que los pasos se alejaban, la radio dejaba de sonar.
— Ugh, ¿En serio tenía que lamer mi mano? —Roy retiró su mano de la boca de Manuel, sintiendo la saliva dejada en esta.
— ¿En serio tenías que tapar mi boca?
— Tenía que evitar que gritaras. Como sea, sígueme.
— No es como que tenga otra opción.
— Vaya, al menos eres una chica lista.
— …
Manuel recordó la situación en la que estaba, su género había cambiado y al parecer nadie sabía que era en realidad un hombre.
No caminaron mucho pues el pasillo llevaba a la bodega de uno de los locales.
— Aquí estaremos a salvo.
Roy abrió la puerta.
— ¡Roy, volviste! —otra chica se acercó— ¿Eh, quién es ella?
Una chica de largo cabello rojo y ojos azules, vistiendo una falda y una sudadera, así como unos tenis y medias. Señaló a Manuel.
Roy también se le quedó mirando, como si esperaran a que se presentara.
— Soy Ma- ¡Vania, soy Vania!
Manuel recordó que ya no era “Manuel” o más bien, no podía contar tal locura a las personas frente a él.
— Soy Jane, un gusto…
Había un silencio incómodo.
— Bien, ahora que se presentaron… Tengo que sacarlas de aquí… Silent Hill no es un lugar que deban visitar…
“No puedo irme”
Tales palabras salieron de la boca de Manuel.
— Yo… estoy buscando a alguien…
— ¿En serio quieres buscar a esas personas a pesar de lo que viste…?
— … Sí… no me iré de aquí hasta hacerlo…
A pesar del miedo, Manuel se negaba a irse.
— Muy valiente, pero quizás deberías cambiar tus ropas primero —señaló Jane.
— ¿Eh?
Sin darse cuenta, Manuel se había orinado del susto, manchando el short y parte de la playera que llevaba.
La vergüenza se apoderó de su rostro tiñendolo de rojo.
— N-no lo hice a propósito…
— Ejem, como sea, Vania, estamos en una tienda de ropa y calzado, busca algo de tu gusto. —Roy interrumpió— Yo ayudaré a Jane a salir de aquí…
— ¿Y a mí no me vas a ayudar?
— Oye, mi trabajo es ayudar a que la gente salga de Silent Hill, no a encontrar lo que buscan. Si decides cambiar de opinión o sobrevives a todo y quieres salir entonces puedes encontrarme aquí.
Roy le dio un mapa a Manuel con la ubicación de su casa.
— Bien, nosotros nos quedaremos un poco más aquí en lo que las cosas se calman allá afuera, puedes ir buscando ropa para cambiarte —dijo Jane tranquilamente.
Y así, Manuel empezó a caminar por la tienda buscando que ponerse, había de todo tipo de ropas, desde vestidos holgados y decorados hasta playeras simples, sostenes y bragas, así como distintos tipos de calzados. De no ser por el momento de hace unos minutos se podría sentir como niño en dulcería… o más bien, como niña en un cuento de hadas.
Pensó en que ponerse pues llegó a sentir una leve irritación en su piel causada por la niebla, entonces lo vio; el traje de oficinista con el que tanto había fantaseado, estaba puesto en un maniquí, como si hubiera estado esperando por él.
Tomó otro conjunto de ropa interior y se metió a un bastidor…
— ¿Cómo me veo?
— Te ves fantástica —respondió Jane.
— ¿En serio te puedes poner a jugar en medio de todo esto? —Roy lo regaño.
— Solo trato de elevar los animos… —Manuel habló en voz baja.
— Como sea, nos tenemos que ir. Buena suerte, Vania, ah, te dejo esto
Roy sacó una botella de agua y la dejó en el piso, después Jane y él dejaron la tienda, dejando a Manuel solo con la radio y la nota en esta.
“Manuel, tu abuela se empezó a sentir mal, necesito que vayas con tú papá para que te dé el dinero para el hospital, lo deberías encontrar en la primaria Midwich”
Una vez más, Manuel arrugó el papel y lo lanzó lejos con enojo.
Su padre y madre se habían divorciado hace mucho tiempo, y su padre siempre fue un avaro con el dinero, por eso que las cartas dijeran que él también estaba aquí y que daría el dinero para la factura médica le parecía una broma de muy mal gusto.
— Juro que voy a llegar al fondo de todo esto…
Después de eso terminó de cambiarse, agarrando por calzado unos zapatos femeninos para poder moverse cómodamente… quería que combinara con su estilo pero al no estar listo para los tacones tuvo que optar por estos.
— Me veo tan sexi~
Manuel se miró en el espejo, admirando su figura femenina siendo contenida por el traje que se pegaba a cada una de sus curvas
— Sé que no debería… pero no puedo evitarlo…
Decidió seguir lo que había empezado en aquella habitación de hospital, miró la puerta por la que habían salido las personas que recién conoció, luego miró la radio atentó al sonido de esta.
Viendo que estaba seguro se paró frente a un espejo.
— Mmm~
Manuel apretó sus senos, sintiendo una vez más ese estímulo placentero, se desabrochó la camisa, revelando los senos resguadrados por el brassier negro.
— Sexi~ soy tan sexi… todavía no puedo creer que esta belleza ardiente sea yo… Ann~
Se bajó el sostén para exponer uno de sus pezones rosados, duro de la excitación, lo sujeto con sus dedos y lo jalo suavemente para dejar salir un sexi gemido de su boca.
— Pero… hay un lugar que todavía no he tocado del todo~
Lo que hizo hace unos minutos perdió sentido pues se desabrochó los pantalones y los dejo caer, revelando las bragas en V de color negro.
— Sexi…
A pesar de la extraña situación que lo rodeaba, no podía evitar sentir curiosidad por su nuevo sexo, por ese cuerpo con el que tanto había soñado, con esa feminidad que solo había podido ver en sus fantasias.
Sin embargo.
No hubo dedos.
No, en su lugar, Manuel quiso probar por algo más…
— … Dayana había dicho que se sentía bien…
Manuel camino a una de las pequeñas mesas que había en la tienda, moviendola un poco y limpiandola con otra tela para quitarle el polvo, después se acomodó contra una de las esquinas, la había visto mientras buscaba buscaba la ropa interior; al ver la mesa le vino el comentario en una de las muchas conversaciones pervertidas que había tenido con una amiga.
“Frotarse contra la esquina de un mueble es muy placentero… incluso una almohada puede funcionar”
Recordando eso, se decidió por probar el pensar de Dayana.
Acercó lentamente su entrepierna a la esquina de la mesa hasta presionarla.
— Oh~
Y comenzó a frotar.
— Ohh… Dayana tenía razón… mmm~
Manuel sintió como si una descarga eléctrica recorriera todo su cuerpo al frotar su recién adquirida vagina contra la esquina de la mesa, moviéndose de arriba a abajo contra esta, empezando a mojar lentamente sus bragas.
— Esto se siente mejor que mis tetas~ nada comparado con masturbarse como hombre…
Cada roze enviaba a su cerebro una ola de placer desconocido, un placer desconocido con el que estaba quedando fascinado, una sonrisa pervertida estaba pintada en su cara, estaba feliz de ser una mujer, de poder probar el placer femino con el que tanto curioseaba.
— Es tan injusto que solo las mujeres puedan sentirse así… mmm~ creo que puedo aumentar el placer…
Manuel no dudó, usó su mano derecha para apretar su seno derecho.
— Lo sabía… ¡Ahh~! ¡Múltiples zonas sensibles…! ¡Ser una mujer es maravilloso~!
Manuel siguió frotando su vagina contra la mesa, aumentando lentamente el ritmo de sus caderas.
— Ahh~ algo… algo viene~
Lo podía sentir, el placer y el calor en su vagina estaba incrementando, el cómo cada vez que subía y bajaba sus caderas, su clítoris y sus labios vaginales se rozaban contra la esquina de madera, estaba a punto de alcanzar el clímax como mujer, a punto de experimentar el primer orgasmo femenino.
— ¡Ahhh~ ¡Me estoy viniendo~ohh!
Un chorreante néctar vaginal salió disparado de se entrepierna, manchando la mesa y parte del pantalón. Pero no solo eso, cayó sobre la mesa al perder la fuerza por el orgasmo, cayendo sobre sus senos y frotando sus pezones contra la mesa, sintiendo todavía placer.
— Ah… no puedo creerlo… tuve mi primer orgasmo como mujer~ no quiero volver a ser hombre~ no después de esto~
Manuel solo había probado la punta del iceberg del placer femenino, pero su corazón ya estaba fascinado, solo había una última cosa que hacer antes de seguir su viaje.
Se quitó los pantalones junto con las zapatos, luego se quitó las bragas mojadas y las llevó la altura de su cabeza.
— La bragas mojadas de una mujer… mis bragas mojadas~
Las miró fijamente antes de llevarlas directo a su rostro para olerlas.
— Huelen tan bien… huelo tan bien~
Inhaló con fuerza el aroma femenino proveniente de su ropa interior mojada con sus jugos vaginales, era otra cosa que haría si un día despertara siendo una mujer.
Segundos después retiró las bragas y puso una expresión seria.
— Bien, es hora de continuar…
Volvió a buscar un pantalón y unas bragas, encontrando los mismos modelos en uno de los varios estantes de la tienda, pero entonces algo llamó su atención.
“Funda para radio, ten tus manos libres y tú música lista en todo momento”
Era un cartel que anunciaba un juego de correas de cuero cuyo fin era cargar una radio, debajo de este había unas cuantas copias del producto, Manuel tomó uno de estos. Esta vez se cambió sin ir a un bastidor, se acomodo el brasier junto con la camisa y el traje, luego se puso las bragas y los pantalones acomodando la camisa dentro de estos, siguió con los zapatos y por último la funda para radio; esta funda tenía dos correas, una superior que pasaba por la cintura y otra inferior que pasaba por poco encima de la rodilla, ambas unidas a la funda que quedaba a un costado del muslo derecho.
Después de eso Manuel puso la radio en la funda.
— Listo… creo que me la llevaré como recuerdo… pero necesito una mochila…
Manuel recogió las bragas mojadas y miró alrededor buscando una mochila, pero no había.
— Supongo que tocará buscar en otros locales…
Pero antes, tomó el agua que le habían dejado y le dió un gran sorbo a la botella, sentía como su boca y garganta se refrescaban. Luego guardó las bragas en su sosten y caminó hasta la puerta, sin embargo, se detuvo al momento de que su mano tocara la chapa de esta.
Era miedo, al recordar lo vivido antes de entrar la tienda, la criatura sujetándolo y apunto de comerlo volvió a su mente.
— T-tengo que salir… muévete… —se dijo a sí mismo mientras sus piernas temblaban— Ya no está… Roy lo mató…
Tomó la chapa de la puerta pero no dejaba de temblar.
*Sonido de golpe suave*
Cayó de rodillas.
El miedo se estaba apoderando de Manuel.
— Házlo… por la abuela… hazlo por la abuela… ¡Hazlo por la abuela!
*Sonido de cachetada*
Manuel se cacheteo a sí mismo, volviéndose a levantar y saliendo por fin de la tienda de ropa, aunque todavía con su cuerpo temblando.
Ya afuera, vio el pasillo libre y se tranquilizó un poco. Se dio cuenta de que ahora estaba en el segundo piso del centro comercial, se asomó por la barandilla, observando atentamente el piso inferior, no encontró alguna otra criatura.
Entonces vio una tienda que llamó su atención.
“Mely’s Firearms”
Una tienda de armas.
Pensó que podría encontrar algo útil ahí.
Después volvió a mirar el pasillo buscando unas escaleras, las encontró sin mucho problema, bajó sintiendo un rebote más fuerte en sus pechos por el desnivel.
Siguió caminando con precaución, esperando no encontrarse con un monstruo.
Entonces llegó a la tienda.
— Me lleva…
Las estanterías que debían mostrar armas estaban destrozadas, había armas en el piso pero no eran más que partes de la misma; cañones, culatas, cartuchos, incluso las cajas de munición.
A simple vista parecía que no había nada útil.
— Algo, tiene que haber algo por aquí, una bala por lo menos.
Manuel siguió buscando entre los restos, pero no encontró nada.
Hasta que…
“John, tenemos que salir de la ciudad, me dijeron que las cosas se podrían feas así que he preparado una mochila para ti; tiene agua y comida así como la bastarda que tanto te gusta y unas pocas municiones, está atrás en la bodega debajo de las cajas de granadas, bien escondida nadie podría tomarla
La verdad no sé cómo es que entre tantas opciones eliges un arma para niñas”
Una nota en el mostrador llamó su atención, una nota que le estaba dando una oportunidad.
Miró la puerta detrás del mostrador, estaba medio abierta, camino con cuidado y se asomó por un costado. No había peligro así que entró con calma, buscó las cajas donde se guardaban las granadas, no le costó mucho pues tenían escrito el nombre del explosivo en estas.
Movió las cajas.
— ¡Sigue aquí!
Se sorprendió al ver que la mochila seguía ahí, así como un arma de fuego en su funda y cinturón.
Era una pistola Glock 19, ligera y fácil de usar. Manuel la sacó de su funda y apuntó con ella a la nada, comprobó que el arma no tuviera seguro y se puso firme, era la primera vez que apuntaba con un arma pero sabía que estás tenían seguro así como el retroceso que las acompaña al disparar.
Después de eso guardó el arma en su funda y se la acomodó quedando en su lado izquierdo.
Luego miró la mochila, había cinco botellas de agua de 600ml. Tomó una, la abrió y la bebió hasta la mitad, aliviando la sed en su garganta, una sed que sentía desde hace rato pero no tenía agua para calmarla. También había siete barritas nutritivas.
“Nutpi: come un bocado y toma la energía de tres comidas”
Decía la envoltura, parecía que este producto trataba de venderse como un alimento capaz de llenar el estómago.
Aparte de la comida y el agua, había tres cargadores de pistola cargados así como 2 cajas de munición de pistola.
Y por último, encontró una linterna adherible y un botiquín de primeros auxilios en la mochila.
Volvió a guardar todo en la mochila, excepto la linterna ya que esta la puso debajo de su seno derecho, y se preparó para salir.
— Ugh… será un poco difícil moverse con todo esto…
Manuel sentía el peso de la mochila así como el de la radio y el arma.
Pero.
*Sonidos de estática*
La piel de Manuel se erizó.
En la puerta por la que había entrado había otro de esos monstruos con cabeza de computadora.
Manuel no dijo nada, solo tomó el arma y apuntó al monstruo.
*¡Bang!*
Dio al monstruo en el monitor, pero.
— ¡Auch!
El retroceso del arma también dio en la cara de Manuel.
Un monstruo tirado en el piso… y al otro lado “una mujer” tirada en el piso sobándose la cara por el dolor del golpe.
— D-debo tener más cuidado con el retroceso…
Manuel, quien se había convertido en una mujer, se dio cuenta de que había perdido la fuerza masculina que tenía, en su momento llegó a pensar que si disparaba un arma sería fácil para él manejar el retroceso, pero la realidad no salió como esperaba.
Se puso de pie, todavía sobándose la cara, y empezó a moverse, sabía a dónde tenía que ir, aunque no sabía cómo llegar.
La escuela primaria Midwich era su próxima parada.
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