viernes, 12 de diciembre de 2025

Macuahuitl TG (Incompleto)

Hace tiempo me enganché con "Bloodstained: Ritual of the night" y me encontré con que añadieron el macuahuitl como arma usable.

Se siente bonito ver este tipo de referencias en los videojuegos, y entonces pensé "¿Y si hago algo TG con el arma?"  Y pues aquí estoy, compartiendo una historia usando está arma como medio del cambio que hice hace tiempo pero no pude continuar...

...

— ¿Listo? 

— Listo.

Iluminados únicamente por las antorchas en las paredes de un enorme pasillo oscuro.

Dos hombres, vestidos en les ropas características de los arqueólogos, estaban de pie frente a una enorme puerta de piedra caliza, ambos sostenían en sus manos unos extraños tallados de piedra con joyas incrustadas.

— Quien iba a decir que debajo del Templo Mayor en Tenochtitlán habría algo como esto... ¡Estoy temblando de la emoción!

— Y quien iba a decir que nos tomaría cuatro años resolver los acertijos de esta puerta.

— Lo sé, cuatro años de ir y venir, dando vueltas por este extraño laberinto subterráneo... Pero finalmente, ¡Por fin vamos a abrir esta puerta!

Estos hombres habían descubierto por error un paisaje subterráneo debajo del Templo Mayor en Tenochtitlán mientras exploraban el lugar para revisar la estructura interna y verificar que no hubiera actos de vandalismo que profanaran en el lugar. Desde entonces han estado entrando y saliendo del templo con extrema cautela para no llamar la atención y mantener la exploración para ellos pues pensaban que dentro podrían encontrar tesoros valiosos que podrían darles mucho dinero.

Y así, año con año fueron plasmando en un mapa digital el interior subterráneo hasta encontrarse con la enorme puerta que tienen en frente, descubriendo que para poder abrirla necesitan dos llaves que también se ubicaban dentro del lugar.

Y así, después de cuatro años, estos hombres lo habían logrado, estaban parados frente a la puerta, con las llaves que la abrirían en sus manos; una piedra parecida al símbolo "masculino" con zafiros incrustados. Otra piedra parecida al símbolo "Femenino" con rubíes incrustados.

Ambas "llaves" fueron colocadas en su respectivos puesto, y entonces...

*Tum*

— ¡Esta funcionando!

Con un fuerte estruendo, la puerta se comenzó a mover, haciéndose a un lado, casi ocultándose en la pared.

— Incluso muertos no dejan de sorprender... ¿Crees que haya algo bueno adentró?

— Tiene que haberlo, no por nada este lugar estaba tan bien resguardado.

— Uhh, no hicimos mucho ruido, ¿cierto, Diego? 

— Tranquilo, José, hoy es 19 de septiembre, incluso si lo hicimos, pensarán que se trata de un temblor

Ambos hombres, con avaricia y miedo, empezaron a caminar teniendo como única guía una antorcha tomada de las paredes, charlando entre ellos para tratar de mantener la calma.

— Uh... ¿Todavía más abajo?

Diego se quejó al ver como lo que parecían ser unas escaleras interminables lo recibían.

— ¡Mira, hay una luz allá abajo! 

Señalo José al ver un punto brillante en la oscura profundidad.

Y, aferrados a encontrar algo bueno, bajaron por aquellas escaleras.

Cansados, pero animados al ver que la luz que veían se volvía más grande, siguieron bajando.

Y entonces lo vieron

Aquella luz rebelaba una única pero gran habitación, esta estaba iluminada por un enorme cristal en el techo, dentro de esta había un gran mural de una guerrera sosteniendo un arma, así como varias camas con cadáveres encima de estos.

— ¡¿Es en serio?! ¡¡Tanto para nada!!

La habitación no contenía nada que pareciera tener valor alguno, Diego se sintió frustrado al ver esto.

Sin embargo, José prestó más atención a las camas con los cadaveres, estas camas estaban alineadas de tal forma que hacían un circulo, y dentro de este había una gran piedra rectangular que hacía de repisa, notando el objeto que yacía en la superficie polvosa.

[

Había un trozo de madera con cuchillas de obsidiana incrustadas en sus laterales; un macuahuitl.

Sin embargo, si se le miraba más de cerca, se le vería que la madera que retiene las cuchillas de obsidiana está dividida por dos colores, uno azul y otro rozado, ambos compartiendo el largo de la tabla. Pero no solo era eso, las cuchillas de obsidiana tenían un color distinto al morado oscuro que suelen tener, de un lado eran color rojo, y del otro eran color azul, ambos colores estaban opuestos al color de la tabla que estaban sujetos.

José se acercó y lo tomó, viendo más a detalle el extraño grabado en la madera, completamente desocidos para él.

*Crack*

Diego pateó una de las camas con enojo, rompiéndola por lo frágil que esta era.

— ¡Todo por un puto palo con obsidianas! ¡Cuatro putos años para nada! ¡Mierda! —Diego miró a José— Oye, préstame ese palo

— En realidad es un macuahuitl, puede que valga algo

— ¡Da igual, carajo!

Enojado y cegado por la rabia, José agarró el macuahuitl con rapidez y sin precaución, tomándolo por el borde de las cuchillas rojas, cortándose en el proceso.

— ¡Auch! —gruñó del dolor— ¡No importa, lo haré con mis propias manos!

Sin embargo, antes de poder empezar a destruir las pocas cosas que habían, se empezó a senter mareado.

*Pum*

Con una mirada borrosa y un dolor de cabeza, cayo de rodillas al suelo, siendo sus brazo un soporte.

— ¡Diego! ¡¿Estás bien?!

— José... Ugh... no me siento... bien...

José entró en pánico, no sabía que hacer, dentro del templo no había señal para llamar por ayuda y la salida estaba muy lejos como para salir corriendo. Lo único que pudo hacer fue recostarlo de espaldas mientras miraba a su compañero estremecerse.

Y entonces comenzó, el cabello de Diego comenzó a crecer, cambiando de su habitual tono negro a un tono castaño, sus ojos azules se volvieron cafés, y la piel blanca que lo cubría empezó a volverse bronceada. Sin embargo, lo verdaderamente doloroso fue el reensamble de sus huesos, los cuales se destruyeron y reconstruyeron para formar una nueva estructura, en su pecho, dos montículos de carne se formaron, tan grandes que zafaron dos botones de la camisa que apenas podía contenerlos, sus caderas se ensancharon y su cintura se encogió dándole la forma de un reloj de arena, sus muslos se volvieron más carnosos, y su entrepierna, la entrepierna que había llegado intacta, se encontraba chorreando liquido seminal, manchando el pantalón, haciéndose cada vez más pequeño el órgano que disparaba aquel liquido espeso.

— ¡Ahjk! 

Incluso su voz estaba cambiando, volviéndose más aguada y femenina, y la piel blanca que era áspera, se volvió bronceada y llena de suavidad.

— ¡Diego! 

La transformación había terminado, el dolor había dejado de atormentar a Diego, dejándolo casi al borde del desmayo y con una respiración pesada.

— ¿Tlen... panok? 

— ¿Diego?

— ¿Kena? ... ¡Notlajtol!  

— ¡Diego, estás hablando Náhuatl! ¡Y también te convertiste en una mujer!


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